Kabul, Afganistán.
Cuando las autoridades talibanas de Afganistán restringieron el acceso de las niñas a la educación, Zainab recurrió a los cursos en línea. Pero esto no basta para impedir un retraso académico respecto a los chicos.
La adolescente tenía que empezar en 2022 su educación secundaria, pero las afganas fueron excluidas de las escuelas secundarias y de la universidad por el gobierno talibán.
La situación ya era precaria con el anterior gobierno afgano respaldado por Estados Unidos, que había declarado una prioridad la educación de las mujeres. Entonces solo un 23% de las afganas entre 13 y 18 años estaban escolarizadas, esencialmente en las ciudades, según la firma Crisis Group.
Con la llegada de los talibanes al poder en agosto de 2021, Afganistán se convirtió en el único país del mundo donde la educación de las mujeres quedó prohibida después de la escuela primaria.
Han aparecido alternativas en línea, pero estudiantes y profesoras las ven como un sustituto muy imperfecto a la educación presencial, porque no todas tienen ordenador o acceso a internet.
- Además, estos cursos no pueden garantizar un futuro profesional al no ofrecer un diploma reconocido.
"Antes de empezar las clases en línea, no hacíamos nada en casa. Estábamos inquietas. Pasábamos el rato durmiendo y deprimidas", explica Zainab, que no quiere dar su apellido por temor a represalias.
La educación a distancia "nos tiene ocupadas", dice a la AFP. Pero esto "no puede reemplazar a la escuela".
Este miércoles los chicos volverán a la escuela para un nuevo año académico. Zainab deberá conformarse con las clases en línea de un centro que había rechazado dos veces su candidatura por falta de plazas.
El número de chicas apuntadas a este tipo de formación se desconoce. Pero dos plataformas en línea dedicadas a la educación superior aseguran tener decenas de miles de inscripciones.
"No hay pespectivas de futuro"
La Academia Begum, una plataforma creada en París, propone acceso gratuito a 8.500 videos en persa darí y en pastún, dos idiomas de Afganistán, que cubren el programa académico de secundaria de las principales materias.
La iniciativa se puso en marcha en diciembre y rápidamente llegó a 3.000 usuarios, en su mayoría mujeres.
Su directora Hamida Aman explica que los padres le agradecen la alternativa, pero que a las alumnas les cuesta mantener la motivación.
"Es difícil estar motivada cuando todo se ha cerrado y no hay perspectivas de futuro", dice la directora desde Francia, donde vive.
"Estas chicas no pueden tener un diploma, ni ambición de ir a la universidad o de conseguir más tarde un trabajo", apunta.
Ruhila, de 22 años, imparte cursos de inglés en línea al mismo tiempo que intenta seguir sus estudios universitarios, también a distancia.
"La única cosa que me da energía en la situación actual es enseñar a estas chicas", afirma.
Las autoridades talibanas aseguran trabajar para crear un ambiente adecuado y ajustado a su restrictiva interpretación de la ley islámica antes de reabrir las escuelas a las mujeres.
- Pero hasta entonces, la educación en línea es la única opción. Pero Ruhila también constata que, después de dos años, las alumnas pierden la motivación y la esperanza.
Incluso le pasa a ella misma. "Antes enviaba mis deberes antes de la fecha límite. Era entusiasta porque tenía, todavía, la esperanza de que un día ya no habría clases en línea".
"Pero cuando te haces a la idea de que será para siempre en línea, pierdes el entusiasmo y no haces el mismo esfuerzo", admite.
"Estudiar, triunfar, progresar"
Las alumnas afganas deben también lidiar con un internet a menudo lento, o averiado, y con los apagones eléctricos.
- Según las cifras de la web especializada DataReportal, menos de una cuarta parte de los 42 millones de afganos tiene acceso a internet en 2024.
En un país donde la mitad de la población vive bajo el umbral de la pobreza, comprar un ordenador es imposible para muchos. Casi un 90% de los estudiantes de la Academia Begum siguen los cursos con sus teléfonos.
"Si no hubiera problemas de internet, sería mucho más fácil (...) Pero es mejor continuar avanzando que quedarse sentada sin hacer nada", declara Shekiba, de 18 años, que está ahorrando para poder comprar un ordenador portátil.
La joven vive en Ishkashem, en la provincia montañosa de Badakhstan, en el noreste. En su casa no dispone de wifi y, a la espera de recibir un ordenador, se esfuerza por poder pagar la factura telefónica y seguir los cursos gratuitos de la Woman Online University.
"Solo espero estudiar, triunfar. Si una persona progresa en una familia, toda la familia progresa y el conjunto de la sociedad también", argumenta.
Por su parte, Aisha, una estudiante de 18 años, está frustrada por no poder beneficiarse del reconocimiento social que ofrece un título escolar.
"Los cursos en línea pueden darnos esperanza", pero "jamás podremos decir: 'He estudiado en línea, con lo que soy diplomada de una escuela'".