Rafah, Territorios Palestinos.
En un taller situado en la asediada Franja de Gaza, Ibrahim Shouman repara pequeños hornillos que se habían dejado de usar, una esperanza para los desplazados privados de gas para cocinar.
Con un par de pinzas, una nueva mecha y un poco de combustible casero, Shouman logra que una pequeña llama empiece a crepitar.
"La gente ha vuelto a los viejos tiempos y trae sus estufas para repararlas porque ya no hay gas ni combustible disponible", cuenta a un periodista de AFP en Rafah, en el sur de la Franja de Gaza, cercano a Egipto.
Israel bombardea el estrecho enclave palestino desde el 7 de octubre, en respuesta al ataque de Hamás contra su territorio, en el que los milicianos islamistas mataron a cerca de 1.200 personas y secuestraron a unas 240, según las autoridades israelíes.
En paralelo a los bombardeos, el Estado hebreo realiza también operaciones terrestres en la Franja, donde falta agua, comida, medicamentos y electricidad debido al asedio "completo" ordenado por Israel.
- El Ministerio de Salud de Gaza, gobernado por Hamás desde 2007, afirma que la ofensiva ya ha dejado cerca de 18.000 muertos en el territorio, en su mayoría civiles.
Además, cientos de miles de personas han huido del norte del enclave para refugiarse en el sur. Pero el ejército israelí también ha extendido sus operaciones hacia esa parte del territorio.
Ni siquiera leña
La ONU calcula que cerca de 1,9 millones de los 2,4 millones de habitantes de Gaza han sido desplazados.
"La gente ha estado buscando leña por todas partes, pero ya no hay", cuenta Shouman. "Tendrían que comprarla a un precio más alto y a la gente le queda muy poco dinero", explica.
En sus talleres, los clientes esperan a que frote, doble y ajuste algunas piezas de los pequeños hornillos que esperan revivir.
"Estos hornillos de camping se usaban hace 100 años, hasta aquí hemos llegado", dice Adnan Abu al Aish, de 55 años, quien ha estado buscando una manera de cocinar sus raquíticas porciones de sémola y verduras.
- Debido a la escasez de queroseno, Shouman alimenta estas pequeñas estufas con una mezcla de aceite de motor y combustible casero.
"Hay diésel disponible, pero es muy difícil de encontrar", afirma. "Un litro cuesta entre 30 y 35 séqueles (entre 7,5 y 8,7 euros) y hay que pasar un día entero buscándolo", añade.
"No hay ni siquiera leña, la gente busca trozos de cartón tirados en el suelo", relata. "Hay que arreglárselas".
Mohammed al Malahi también trajo su antiguo hornillo que, según cuenta, perteneció a su tatarabuelo. "¿Qué podemos hacer? Lo necesitamos para crear fuego y cocinar".
Los hornillos "hacen el trabajo" en estas circunstancias, señala.