El aquelarre de las brujas tapatías



Guadalajara, Jalisco.

Una de las afirmaciones de las feministas, es que son las brujas que no pudo la Santa Inquisición quemar, erradicar, o son las nietas de aquellas mujeres que además de magia y misticismo, proclamaban la emancipación de su género.

Algunas de esas brujas se reunieron en un punto de donde nunca antes había salido una marcha.

Hay un monumento a la madre cerca de la Calzada Independencia al que ningún mayo se le lleva flores o ceremonias, el 28 de septiembre sirvió de escenario para el arranque de un aquelarre de brujas que conspiraron para visibilizar las violencias machistas, las intromisiones de cúpulas religiosas y las omisiones de legisladores como de funcionarios del gobierno en general, alrededor de la exigencia de despenalizar el aborto en Jalisco.

Lo primero fueron ensayos: la batucada feminista y un grito de guerra muy particular: paradas en fila para hacer ritmos con el cuerpo y repetir frases que invocaban la autonomía del cuerpo de la mujer, docenas de las ataviadas con pañuelos verdes, ícono de la despenalización del aborto.

En esas filas había quienes por primera vez marchaban y quienes llevan varios años desde el activismo, llamando a ejercer el mandato de legislar a favor de los derechos sexuales y reproductivos de la mujer.

Patricia Ortega es de las más solicitadas del aglutinamiento de asistentes a la marcha 28S por la despenalización del aborto.

Los rumores de que se apilaban católicos a proteger la Catedral Metropolitana a través de un llamado masivo, llegaban al contingente que apenas se organizaba para marchar desde la Calzada y Monte Caúcaso hasta la plaza Liberación; Paty Ortega de Ddser me explicó: “no tiene sentido, la derecha no es nuestro interloctor”.

Se trataba del preámbulo a sus afirmaciones sobre lo tardados y omisos que son los legisladores jaliscienses en comparación con el Congreso de Oaxaca, donde se aprobó el miércoles pasado un primer sí a la despenalización del aborto en cualquier supuesto, con 24 votos a favor.

Para cuando realicé la entrevista las reglas que el comité organizador de la marcha hizo a la prensa estaban claras: preguntar a cada persona si podía ser fotografiada y no mezclarse entre los contingentes previo registro e identificación. Desde otras protestas feministas se ha denunciado la infiltración de enviados de los grupos opositores a los derechos humanos de las mujeres.

A minutos de comenzar la marcha Patricia Ortega quien junto a otras integrantes de la Defensa de Derechos Sexuales y Reproductivos, recalcó la opacidad de la Secretaría de Salud ante el impedimento del aborto libre y seguro.

Unas marchistas iban caracterizadas de brujas, otras disfrazadas de caja de Misoprostol, el medicamento que se receta para úlceras pero está catalogado para inducir contracciones uterinas y concretar la interrupción de un embarazo no deseado; según las reglas de la NOM046 debe administrarse bajo supervisión médica a las mujeres que se apegan a la misma sin denuncia ministerial de por medio y que la gestación emerge de una violación sexual o su vida corre peligro.

Hacia las 6 con veinte minutos de la tarde los cantos y consignas sonaban por la Calzada a todo pulmón.

Fue en el Parque Morelos donde un reportero gráfico se acercó al contingente sin autorización y protagonizó el primer acto de acoso y reacción: “fuera machos, fuera machos” era como le exigieron retirarse del contingente pues fotografió sin permiso a varias y a quienes hacían pintas. De ahí resultó golpeada una joven y el camarógrafo rociado de brillantina.

Entonces apareció un joven de alrededor de veinte años que arrebató el aerosol a varias marchistas, impidió pintas e intentaba pegarles a las jóvenes que lo acorralaron para que se separara de la marcha a favor de la legalización del aborto en cualquier supuesto.

Durante dos cuadras el joven que iba con una chica y mantuvo una actitud violenta al grado de asegurar que la marcha era un sin sentido, provocó al contingente delante de policías de Guadalajara y agentes viales sin que se activara la proximidad reglamentaria.

El contingente del sábado por la tarde subió al centro por avenida Juárez, se alcanzaban a visualizar más de 2 mil mujeres pintando de verde el camino.

Para entonces los rumores que provenían de catedral eran que, en el recorrido inicial de Juárez para doblar por la calle Degollado, había cientos de hombres coordinados por el Frente de la Familia que podría provocar un choque o el impedimento de llegar a su destino. La organización cambió de estrategia, subió por Corona con tres vallas de mujeres engarzadas por los brazos como signo de fuerza.

En la esquina de Pedro Moreno y Corona, en la esquina de palacio de Gobierno, hombres de todas las edades cruzados de brazos e ideas, con rosarios azules colgando sobre su cuello y rostro de furia, impedían el acercamiento a la catedral. Al grito de si el papa fuera mujer se aprobaría el aborto, una joven con mochila donde colgó la afirmación “yo aborté”, recorrió la fila de opositores en silencio; en el ambiente cualquier chispazo encendería un ataque. Las marchistas echaron en cara más consignas sin detonar enfrentamiento.

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Fotografía: Alicia Preza

Al final del contingente de mujeres tras una soga, iban hombres solidarios, niños y niñas. Alrededor de las 7:30 de la tarde llegó todo el contingente al asta y leyeron en voz alta, todas, el pronunciamiento de la jornada.

Fotografía: Alicia Preza

El letrero Guadalajara - Guadalajara que creó la oficina de marketing de Enrique Alfaro y opaca a Miguel Hidalgo aboliendo unas cadenas, protagonizó dos pintas: estado feminicida y aborto sí.

Las 2 mil mujeres que se unieron a la acción nacional de la marea verde a favor de la legalización del aborto, repartieron además de consignas y firmeza, información impresa a chicas y espectadores. En su firme visión está la alfabetización del género sobre el machismo como vulneración, las grandes ausentes fueron las servidoras públicas del ayuntamiento que se dicen pro derechos de la mujer en el Instituto Municipal y de la Secretaría de Igualdad Sustantiva, menos, de la Secretaría de la Salud.

Si las cantinas del centro lloraban por el triste "Príncipe de la Canción" que murió, las mujeres vivas que aclaman seguir así rebozaban de alegría: ni fotógrafos, provocadores y religiosos empañaron el que se ha convertido junto al 8 de marzo, en los días de ellas por una vida libre de violencia.

Fotografía: Jade Ramíez


Jade Ramírez Cuevas Villanueva