Adoptar a Brenda en la segunda infancia, la mejor decisión que pudo tomar Verónica Valdez




Guadalajara, Jalisco. 

El don de la reciprocidad de brindar paz, amor y compartir con un ser querido los frutos alcanzados, llevó a Vero y a Javier a adoptar a Brenda cuando tenía 6 años, ella llegó a su nuevo hogar en abril de 2009, cuando recién iniciaba el aislamiento por la pandemia de influenza AH1N1 en México.

Para la pareja jalisciense decidir a adoptar a una niña en la segunda infancia fue la mejor decisión, Verónica Valdez Ortiz reflexiona, sonríe y trae a su mente todos los recuerdos desde la primera foto de Brenda, el reconocerla entre decenas de niños y niñas en la Casa Hogar de León, Guanajuato, el primer contacto físico, el primer día de clases, los quince años hasta este 10 mayo en que Brenda ya tiene 20 años.

“Como la habíamos visto por foto y determinaron que inicialmente no nos iban a presentar de lleno con ella, solamente los íbamos a ver a todos los niños juntos, pero ella tenía rasgos muy característicos, entonces yo volteaba y veía a todos los niños y no la encontraba, quien la encontró fue mi esposo y él me dice, ya la vi, y yo donde está, mira está allá sentada comiéndose unas galletas, entonces ya la vi y me quedé como oohh wua”.

La adopción platica, la madre de familia, no fue fácil: antes, durante y después pasaron por toda una serie de trámites, de tiempo, de exámenes psicológicos, social, familiar y económico, además del tema legal para garantizar la máxima protección de Brenda.

Para ser mamá de una niña de seis años, Vero se preparó y aceptó brindar amor y protección. 

“No es tan sencillo, ella se encontraba en León, Guanajuato, en la casa hogar donde ella se encontraba hay una mesa directiva, ellos ya tenían nuestro expediente que ya habíamos hecho en el lugar donde nos registramos para adoptar, ya nos habían hecho estudios de todo: psicológicos, económicos, familiar de todo, todo nos habían hecho”.

El rostro de Vero sonríe, sus ojos se iluminan al mismo tiempo que se cristalizan cuando recuerdo que Brenda corrió por el pasillo de la Casa Hogar para encontrarse con ella y con su esposo Javier y de momentos en que son inolvidables en familia.

"Nos dejaron en una salita y le hablaron a ella y como que le dijeron, y se oyó que ella corrió por todo el pasillo y llegó a la puerta, y se quedó paradita así viéndonos, así como quienes son ustedes, y de la puerta corrió hacia mí y se agachó e hizo esto como de abrazarme y la abrace, y mi esposo si se quedó y yo, pero curiosamente para ella la figura materna no existía y la figura paterna fue nueva”.

La primera salida que hicieron para conocerse fue al Zoológico, ahí por primera vez, Vero escuchó la palabra “mamá”, una palabra extraña que resonaba en su mente por la connotación de dar protección, amor y seguridad a un ser de vida.

“A ella no, a mí sí, a mí sí me fue extraño que alguien me dijera mamá, yo nunca le dije, "dime mamá", de inmediato me dijo mamá a dónde vamos, porque íbamos a pasear precisamente para poder hacer ese vínculo, para empezar a conocernos”.

Con paciencia para hacer sentir a Brenda en un hogar seguro y querida por la familia, Vero fue modificado los hábitos de una niña con carácter fuerte y hostil por esa historia de vida que traía; la madre de familia buscó apoyo psicológico y emocional para entender y comprender a su hija adoptiva.

Una de las etapas difíciles que recuerda Vero fue encontrar una escuela que comprendiera a aquella niña inquieta y pensativa con una historia de vida de supervivencia; la foto del primer festival del 10 de mayo se mantiene en la mente de Vero, así como el haber organizado en secreto la fiesta de quince años.

“A mí me gustan muchos las sorpresas y para mí era, si tratar de mantener mi cara muy seria, y andar haciendo todo a escondidas, era justo cuando ella estuviera en la escuela para que no se diera cuenta, para mí fue muy emocionante, yo sabía que para ella iba a hacer algo que le iba a gustar mucho y que no se lo esperaba, para mí sí me gustó mucho hacer esa sorpresa para ella”.

En estos cinco mil 127 días transcurridos, el amor y la paciencia ha ido consolidando ese vínculo de madre-hija. Vero y Brenda comparten ese lazo de vida, que cada vez es más resistente para enfrentar nuevos retos en familia.


Isaura López Villalobos