Vacío y destrucción en el norte de la Franja de Gaza
Se muestran tropas israelíes durante operaciones en el norte de Gaza el 8 de noviembre de 2023, en medio de continuas batallas entre Israel y el grupo militante palestino Hamás. (Foto de Daphne LEMELIN / AFP)




Gaza, Territorios Palestinos.

Después de treinta minutos por una maltrecha carretera, los suburbios de Ciudad de Gaza aparecen en el horizonte. La AFP pudo acercarse el miércoles, con el ejército israelí, al epicentro de los violentos combates con Hamás.

La seguridad es máxima en esta incursión de varias horas, con un puñado de medios extranjeros y cuyas imágenes se someten a la censura del ejército. Los pocos kilómetros entre la frontera sur de Israel y el norte de la ciudad se recorren con un blindado que se sacude con los baches de la carretera.

El paisaje de los alrededores aparece en las pantallas del vehículo militar: palmeras quemadas, farolas retorcidas, paneles de señalización deformados desfilan entre las ruinas de lo que antaño fue la carretera de la costa.

Banderas israelíes ondean sobre los edificios destruidos en el litoral gazatí.

No hay ninguna presencia humana más allá de los soldados.

Después de un mes de bombardeos y de la operación terrestre lanzada el 27 de octubre, el ejército israelí asegura haber cortado en dos la Franja de Gaza.

Su acción se centra ahora en el norte de este territorio bajo control de Hamás, especialmente en desarticular las infraestructuras militares del movimiento islamista palestino.

Estar dentro de Gaza es "extraño", dice a la AFP Ben, un soldado de 24 años. "Todos tenemos miedo, pero continuamos avanzando".

En este territorio, 10.569 personas murieron por los bombardeos israelíes, la mayoría civiles entre los que figuran 4.324 niños, según el último balance del Ministerio de Salud controlado por Hamás.

Conociendo al enemigo 

Pese al miedo, las tropas sienten que una fuerza les empuja, dice Ben. "Tenemos la impresión de que todo Israel está detrás nuestro. Es increíble ser quien se ocupa de lo que ha pasado después del 7 de octubre, estamos de algún modo vengando lo que hicieron".

Ese 7 de octubre, milicianos de Hamás penetraron desde Gaza a Israel para cometer una masacre en la que murieron más de 1.400 personas, especialmente civiles, según las autoridades israelíes.

El blindado con el grupo de periodistas frena delante de un edificio de varias plantas destripado, con las ventanas y las puertas abiertas de par en par.

Según el ejército, se trata de una "fábrica de armas de Hamás", donde hallaron material de inmersión submarina y de fabricación de drones y bombas.

En el suelo, entre escombros de hormigón, los periodistas de la AFP pudieron ver alas de drones, herramientas y gasas.

"Aprendemos a conocer al enemigo un poco más cada vez, en cada casa a la que entramos" asegura Ben.

En la última planta, los periodistas son llevados a una habitación rosa con libros, muñecas y un espejo roto. Según el ejército, había niños viviendo justo encima del taller de armas.

Israel acusa regularmente a Hamás, catalogado de "organización terrorista" por la Unión Europea y Estados Unidos, de usar instalaciones civiles como los hospitales y la misma población de Gaza como "escudos humanos".

"Hasta el final" 

Desde las ventanas resquebrajadas del edificio se divisa el mar y un tanque de asalto que atraviesa una nube de polvo.

El comandante Ido, que dirige la visita, recorre el lugar con la mirada. "Querían matarnos a todos. Vinieron de aquí, de estas casas, de este subsuelo, de la superficie", dice a propósito del ataque del 7 de octubre, el peor desde la creación del Estado hebreo en 1948.

Israel respondió con bombardeos incesantes y una incursión militar para "aniquilar" a la organización islamista.

La guerra ha provocado una amplia destrucción en este pequeño territorio de 2,4 millones de habitantes. Sometidos a un asedio total, millón y medio de ellos han dejado sus hogares, en su mayoría para huir al sur, según la ONU.

En el paisaje quedan pocas huellas de la vida antes del 7 de octubre: un ave de corral que picotea en la arena junto a los vehículos militares o un colorido tendedero que cuelga todavía de una pared.

  • El peligro está por todos lados. Las armas empiezan a resonar a unas decenas de metros del lugar donde hay tropas estacionadas. Tensos, los soldados se colocan en posición de defensa.

En el camino de regreso, el convoy debe pararse para que los desminadores neutralicen un artefacto explosivo cuya detonación provoca una columna de humo.

"Hemos perdido algunos soldados, hemos sufrido algunas pérdidas, pero seguimos adelante", asegura el comandante Ido. "Estamos aquí hasta el final".