
Ciudad de México.
Uno de cada siete niños menores de cinco años en México padece retraso en el crecimiento o desnutrición crónica, un problema que compromete su desarrollo físico y cognitivo, de acuerdo con cifras de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición de México (Ensanut).
En el marco del Día Mundial del Crecimiento Infantil, que se celebra cada 20 de septiembre, Luis Ortiz Hernández, profesor del Departamento de Atención a la Salud de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM), señaló a EFE que la pobreza y la desigualdad son las principales causas de una estatura baja en el país.
“Hasta hace poco, la mitad de los hogares eran pobres, lo que limita el acceso a alimentación saludable, sobre todo productos de origen animal que son fundamentales para el crecimiento”, explicó.
Sus estudios muestran que los hogares pobres suelen consumir más alimentos económicos como arroz, maíz, trigo, aceite o azúcar, y menos productos de origen animal como carne, pescado y leche.
“Aunque consuman más calorías, no obtienen los nutrientes necesarios para crecer, como la proteína de origen animal”, aclaró.
El retraso en el crecimiento también puede estar relacionado con causas médicas, como la deficiencia de la hormona de crecimiento, presente en aproximadamente uno de cada 3.800 niños. Esta hormona, producida por la glándula pituitaria, estimula el desarrollo infantil y mantiene los tejidos y órganos.
La identificación temprana y el tratamiento con terapias de reemplazo de hormona biosintética son fundamentales para mejorar los resultados, según la empresa de salud Novo Nordisk México. La compañía destacó que los niños que inician el tratamiento de forma temprana pueden obtener mayores beneficios que aquellos que lo comienzan más tarde.
“Es muy importante que, al notar cualquier síntoma que indique un retraso en el crecimiento, acudan con un endocrinólogo pediatra para realizar las pruebas de diagnóstico necesarias", remarcó Angélica Licona, gerente médico senior de enfermedades raras de Novo Nordisk México.
Además, Hernández subrayó que los efectos de la desnutrición durante la infancia perduran toda la vida, señalando que reduce el desarrollo cognitivo y la capacidad para aprender, limitando la movilidad social y las oportunidades laborales futuras.
“Programas como la alimentación escolar son clave para garantizar una dieta variada y equilibrada, que incluya productos de origen animal que muchas familias con bajos recursos no pueden proporcionar. Cualquier política que reduzca la pobreza y la desigualdad tendrá efectos positivos en la estatura y el desarrollo de los niños”, aseguró.
A nivel mundial, la OMS estima que 144 millones de niños menores de cinco años en el mundo viven con retraso en el crecimiento, lo que representa cerca del 22 % de la población infantil.
América Latina ha registrado descensos en las últimas décadas, pero persisten brechas importantes, sobre todo en zonas rurales y comunidades indígenas, según la OMS y el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef por sus siglas en inglés).
La reducción de la desnutrición infantil forma parte de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la ONU, que plantean erradicar todas las formas de malnutrición hacia 2030. Sin embargo, factores como la inflación alimentaria y los efectos del cambio climático han ralentizado los avances.
- Expertos coinciden en que enfrentar el retraso en el crecimiento requiere acciones integrales que combinen diagnósticos oportunos de problemas endocrinológicos, programas de nutrición, acceso a servicios de salud, agua potable y saneamiento.
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