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Antonio Díaz, de 60 años, tiene aún el tono cantadito de los michoacanos, a pesar de que se ha dedicado en los últimos 40 años a la venta de guaraches en el mercado de San Juan de Dios, en Guadalajara. Enamorado de su oficio, uno de los más antiguos del país, se queja que antes hacia 5 mil pares de guaraches al mes para los turistas de Estados Unidos y Europa, pero ahora lamentablemente vienen con menos frecuencia al país.