Guadalajara, Jalisco.
Las calles del primer cuadro de la ciudad lucen inusualmente vacías, con negocios cerrados y escasa afluencia de peatones debido al llamado de las autoridades sanitarias a reducir las actividades laborales y sociales para contener los contagios de COVID-19.
Vendedores ambulantes, calandrieros y boleros, son algunos de los gremios que más han
resentido estas medidas, ya que su trabajo ha descendido de manera tan dramática que no
recuerdan ninguna otra temporada o coyuntura social que haya generado un escenario tan adverso para sus ingresos.
Los mismos boleros se quejan de una baja de hasta 90 por ciento en el servicio que prestan, lo que les ha orillado a pedir prestado para salir adelante con sus gastos.
Por otro lado, templos como la Catedral Metropolitana o el de La Merced, en el centro tapatío, permanecen abiertos a pesar de las determinaciones oficiales para evitar sitios que fomentan la aglomeración de personas.
Si bien no se están celebrando misas, sí acuden feligreses a orar, pero se constató que
solamente en la Catedral hay limpieza constante de las áreas públicas, no así en La Merced, que registra mayor afluencia de feligreses.
Es de recordar que el martes pasado se publicó en el Diario Oficial de la Federación un
Acuerdo en donde se establece la prohibición de eventos en todo el país de cualquier índole que reúna a más de 100 personas, que entre otras medidas busca reducir los contagios repentinos de coronavirus.