Por Luz Atilano
Hasta casi finales de 2015, la población laguense podía disfrutar aún de los beneficios que en materia económica traía consigo consumir en alguna de las tiendas del SUPERISSSTE, cuyo origen se remonta al gobierno de Adolfo Ruíz Cortines, quien comenzó la inauguración de esta cadena de tiendas en 1953 bajo la tutela del Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE).
Pero incluso en sus últimas épocas, poco quedaba de aquellos establecimientos que en algún tiempo se caracterizaron por la variedad de productos que comerciaban y por sus estantes llenos de mercancía. Su último domicilio, la tienda 117 ubicada en el boulevard Orozco y Jiménez, se fue vaciando hasta no quedar nada, provocando que sus puertas debieran cerrar y sus empleados dejar el trabajo que por años los había mantenido.
A nivel nacional, se hablaba de 280 tiendas SUPERISSSTE, de las cuales sólo 20 operaban sin pérdidas. El discurso, vago y poco explicativo de las autoridades, se dirigía hacia la insostenibilidad y a que habían dejado de ser costeables. Sin embargo, quienes se atrevieron a hablar al respecto opinaban lo contrario y veían involucrados en este desplome los intereses del Estado. Como llegó a compartir para este espacio informativo uno de los últimos empleados de la sucursal laguense:
«Según yo tengo entendido, al parecer se van a cerrar que porque no es costeable, supuestamente. Pero yo digo, para mí sí es costeable porque aquí no está solo por falta del cliente sino que está solo porque no se ha surtido. Entonces, si no está surtido cualquier negocio, pues no hay clientes; si estos [negocios] se surtieran se vuelve a mantener al cliente, es lo que me gusta a mí de este lugar, que muchos clientes son fieles, fieles a la tienda… como muchos de ellos, que están preocupados, aparte de los empleados los clientes están preocupados».
A sus empleados nunca se les dio una razón del cierre. Lo que sabían, sólo era por rumores. Su cierre nunca se confirmó hasta que dejamos de ver sus puertas abiertas. Y, como lo apuntaba el ex empleado, la incertidumbre se extendía hasta sus clientes —derechohabientes y usuarios en general—; algunos de ellos también llegaron a expresarse ante los micrófonos de Señal Informativa Lagos, recordando sobre todo aquellos tiempos en los que se encontraba de todo:
«De hecho nosotros llegábamos aquí pero ya no encontramos nada y pues optamos por irnos a otras tiendas. Yo creo que el gobierno quiere acabar con esas tiendas, es lo que opino yo… que si se quiere surtir otra vez las tiendas pues nosotros vamos a ser clientes de aquí porque sí se encontraban productos baratos».
«Pues anteriormente aquí estaba todo surtido, ya ahorita sólo lo mínimo que compra uno, pues yo la veo demasiado sola, vacía. O sea, nunca que ver como antes que estaba muy llena, o sea que aquí encontraba uno de todo y ahora no… viene y está muy vacío, muy vacío de todo».
«Es muy lamentable, muy lamentable porque es una tienda que desde que yo me acuerdo existe, desconozco los años que tenga aquí en Lagos de Moreno… manejaban buenos precios, buena mercancía y ahora sí que no sé los motivos a los que se deba, no sé si la competencia o ahora sí que una reforma o no sé… pero sí es lamentable».
«Sí, yo venía aquí a comprar medicina y algo de mandado…».
Muchos eran los que tenían la esperanza de que la tienda no cerrara, y todavía a la fecha se desconocen de bien a bien los motivos de la clausura. Lo que sí parece evidente es que los iniciales objetivos del ISSSTE, de contribuir a que el ingreso económico de la población tuviera un poder adquisitivo mayor mediante la comercialización de productos de consumo básico, duradero y medicamentos, se fueron perdiendo hasta que las opciones de compra se trasladaron a las cadenas comerciales de carácter privado.