Guadalajara, Jalisco.
El salón literario Juan Rulfo estaba lleno media hora antes de que Orhan Pamuk arribara al lugar. Las personas esperaban ansiosas al escritor ganador del Premio Nobel de Literatura en 2006, sentimiento que fue evidente con la ola de aplausos que no se dio a esperar al momento en que el turco entró.
Con sencillez tomó la palabra mencionando que él, como un hombre triste, intentaría hablar de felicidad. Y aunque la propuesta sonó contradictoria, la presentación de Pamuk logró la comprensión de la vida de un autor que ha visto crecer una ciudad de un millón de habitantes a 12 millones en unos cuantos años; que vio cómo el Estado silenciaba las voces de sus amigos; y cómo ha tenido que moldear sus ideas para poder desempeñar lo que más le gusta hacer en la vida: escribir.
Las preguntas surgen, pero antes de que esto suceda el escritor se introduce respondiendo una pregunta que no le han hecho pero siempre le hacen: ¿cómo escribe? Y es que siempre se piensa a los escritores de una manera romántica cuando se disponen a redactar alguna obra. Pero algo que sí distingue a un escritor -menciona- es la soledad.
Con certeza contó a la audiencia sobre la pasión, paciencia y tenacidad que distinguen a los escritores. Mencionó el valor de la historia y la memoria que se rescata en la literatura; cuando inició su carrera, el ganador del Nobel escribía sobre sus amistades, su familia, la ciudad en la que vivía y el acontecer cotidiano.
Y es ahí donde enlistó vibrante los nombres de autores latinoamericanos como Carlos Fuentes, que es el autor que como él, presenció la transición de un pueblo pequeño a una ciudad; Juan Rulfo, maestro jalisciense que abrió sus ojos a la fantasía y el poder de la ficción plasmada en el folclor de la cultura de sus relatos; Jorge Luis Borges, pionero en la fantasía y la acrobacia de la narrativa.
El Salón Literario Carlos Fuentes abrió con las palabras rigurosas de un escritor que admite no ser feliz entre las personas, pero que deja su alegría entre las letras. Porque escribe y seguirá escribiendo, porque cree en la importancia de la literatura. Que admite no haber podido ser libre en su juventud, pero es libre con un lápiz y un papel entre sus manos.
Entre bromas Pamuk mencionó que siempre le preguntan por sus corrientes religiosas y políticas. De lo segundo menciona que es un izquierdista liberal que no sabe qué le depara a él y a la sociedad. De lo segundo, dijo con total seguridad, fe y devoción, que la literatura es su religión. Y como merece un practicante afanoso de la literatura, recibió de las manos de de Silvia Lemus la medalla Carlos Fuentes.
Redacción: Claudia Rodríguez Castellanos
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