Kampala, Uganda.
Deportista más joven en los Juegos Paralímpicos de Tokio, la nadadora ugandesa Husnah Kukundakwe desea mantener su progresión el próximo año en París, pero sobre todo seguir "inspirando" a las personas discapacitadas víctimas de estigmatización en su país.
- Nacida sin antebrazo derecho y con una malformación en su mano izquierda, Kukundakwe desafía todos los prejuicios desde su infancia.
Sólo tenía tres años cuando se metió por primera vez a una piscina.
"Iba allá y jugaba, me paseaba en el agua y me sentía bien. Me encanta estar en el agua", declara la adolescente de 16 años.
Pero este entusiasmo no era compartido por su madre, que "se preocupaba porque pensaba que no podría nadar".
"Pero acabó dándose cuenta que seguiría metiéndome en el agua y acabó cediendo", explica al margen de un entrenamiento en las afueras de Kampala, la capital ugandesa.
- A los nueve años ganó su primera carrera, frente a niños válidos. "Eso abrió los ojos a mi madre sobre el hecho de que podría progresar", sonríe la joven, que nunca pudo imaginar que acabaría participando en competiciones internacionales, pese a las muchas horas que pasa semanalmente en la piscina en presencia de su madre, convertida ahora en su representante.
"No sabía ni que existía la natación adaptada", admite.
Un viaje a la vecina Kenia cuando tenía once años fue una revelación para la nadadora, quien hasta entonces sólo había competido contra rivales válidos: en Nairobi descubrió que existían otros deportistas discapacitados como ella.
"Empecé a sentirme bien conmigo misma. Si personas con más discapacidades que yo (...) se sentían a gusto y con confianza haciendo lo que más les gustaba, nadar, ¿por qué no yo?".
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