Guadalajara, Jalisco.
Desde mediodía corría el rumor de que el gobernador iba a El Santuario. Entre los comerciantes establecidos se organizaban para hacerle una carta, los “medicineros” vociferaban “el gober nos la pela, la cuota es la cuota”, entre las calles de Pedro Loza, Santa Monica, Juan Alvarez, Alcalde y Manuel Acuña.
Policías viales bloquearon los estacionamientos de la cuadra de Pedro Loza sobre el ex jardín de El Santuario pues la obra de la línea 3 del Tren Ligero arrasó con el arbolado centenario.
Se inflaron pantallas para proyectar una película y sin mucha información socializada entre los vecinos, el plan de inaugurar la puesta de hielo como parte de las actividades organizas por el ayuntamiento de Guadalajara para enchular un barrio abandonado en la última década.
¿Están conformes con los arreglos del jardín y acomodos de comercio tradicional?
A Patricia Lira no le cuesta trabajo decir que no, es cuarta generación de buñueleras y ni por cuarenta años de traición le respetaron su legado.
Debe varias cuotas, por día le debe pagar al ayuntamiento 106 pesos, venda o no venda. Contraria la historia para los cerca de 60 vendedores de medicina en las calles y entre los autos de 9 a 9 de la noche en el barrio, pues de cuota, informan de manera anónima, deben entregar 2,500 pesos por día “al jefe”, y su jefe, tiene hasta seis fincas rentadas para parecer farmacia naturista.
Ni las patrullas apagaron la presencia de “medicineros” a 200 metros de donde descendió Ismael del Toro de su camioneta siendo las ocho veinte de la noche, aún vendían misoprosol, metanfetaminas y medicamentos controlados.
Pero la señora Sara no dejó que el presidente municipal se fuera en blanco con el halo navideño que pretendía distraer la atención sobre los cotidianos problemas que enfrentan los habitantes de El Santuario:
Le entregó por escrito la solicitud de atender la violencia e inseguridad y el presidente Del Toro reparó en decir “ya lo estamos atendiendo”.
La vecina del Santuario contó en anonimato mientras Mimi, Mickey Mouse y Santa Claus acompañaban a Ismael del Toro a provocar felicidad sobre una pista que esa noche, no iban a utilizar.
Vecinos y comerciantes llevan una década batallando con tales males sin que un solo presidente municipal o gobernador haya puesto remedio.
Quien también resiste es Graciela Hernandez. Lleva 45 años vendiendo elotes asados, guasanas y tamales. Saco a seis hijos adelante y lejos de recibir empatía cuando comenzó la reubicación de los comercios hace algunos meses, le dijeron “¿Lo toma lo deja?”
Paga solo mil 600 al mes de los 3 mil que le cobra el municipio porque le hacen al cuento de INAPAM. Para buñueleros, danzoneros, vecinos y visitantes lo antiguo era más bonito y tradicional, aunque la tradición apuntalada del Santuario ya no es sólo la Virgen de Guadalupe, son las motos y la venga a camionetas de lujo de “medicina”