La panza chelera, ¿una herencia genética del neandertal cazador?
Fotografía: Tomada de Tribuna




Guadalajara, Jalisco.

Además del sedentarismo y la mala alimentación, la genética es otro factor de riesgo para que se forme la famosa “pancita chelera”.

Olivia Higareda de Villarroel, coordinadora del área de genética del Hospital General de Occidente explicó que “existen diversos genes para que se tenga la tendencia a acumular más grasa de lo normal”, además de que “existen algunas patologías o enfermedades en las que una sola unidad del ADN nos puede dar lugar a la obesidad”.

En 2016, más de mil 900 millones de adultos mayores de 18 años y más, tenían sobrepeso. De ese total, unos 650 millones sufrían obesidad, según la Organización Mundial de la Salud, (OMS).

Quien posee el genotipo ahorrador tiene mayor predisposición genética a acumular más grasa de lo normal. No obstante, existen muchos  genes asociados al sobrepeso y obesidad pero uno de los más estudiados es el FTO (fatmas and obesity, por sus siglas en inglés), localizado en el cromosoma 16.

Aunque la teoría del genotipo ahorrador ha sido cuestionada varias veces, diversos estudios alrededor del mundo demuestran que en algunas poblaciones el incremento de estos padecimientos se puede asociar a este genotipo, que propicia que el cuerpo no queme grasa con facilidad.

- No todos los genes tienen las mismas implicaciones en las poblaciones -

“Hay que conocer cuáles genes están en estas poblaciones para saber cuáles están contribuyendo a que se dé esto”, comentó la genetista Olivia Higareda.

-¿Por qué estos genes provocan la acumulación de grasa? -

Este genotipo se origina como una adaptación biológica, que surgió cuando el hombre cazaba su alimento porque era de difícil acceso, ya que las presas escaseaban y podían pasar días para poder conseguir de nuevo comida. Eso implicaba un alto consumo calórico, por ende era necesario tener más reservas de grasa en el organismo.

“Podíamos durar dos o tres días sin consumir alimentos, entonces nuestro organismo genéticamente se enseñó y fue adoptando esa postura de almacenar. Por eso se llama teoría del genotipo ahorrador o genéticamente tenemos esa predisposición”, explica el coordinador estatal de los programas de diabetes y riesgo cardiovascular de la Secretaría de Salud Jalisco, Alberto Ocampo Chavarría.

En la actualidad se considera a este genotipo como un escenario no adaptativo porque nuestros genes no han cambiado pero nuestro estilo de vida sí.

El genotipo ahorrador es potenciado por el proceso de modernización e industrialización: aparición de comidas altas en grasas, azúcares y sedentarismo.

Según el estudio, Predisposición humana a la Obesidad, Síndrome Metabólico y Diabetes, refiere que nuestra constitución genética ha cambiado poco en los últimos 40 mil años. Pero nuestro estilo de vida lo ha hecho de manera abismal; los alimentos que consumimos y la actividad física que realizamos es muy distinta al periodo Paleolítico, periodo en el cual se desarrolló el genotipo ahorrador.

“A medida que pasa el tiempo y los años, nuestros entornos se van modificando y esto va generando que hoy día no tengamos que cazar sino que simplemente vamos a la tienda, al supermercado o abrimos el refrigerador y tenemos el alimento al alcance de nuestra mano pero genéticamente no hemos cambiado, seguimos ahorrando y almacenando grasa, entonces un factor de riesgo es el genético”, añadió Ocampo Chavarría.

De acuerdo a la Organización Mundial de la Salud la prevalencia mundial de obesidad se triplicó durante el periodo de 1975 a 2016.

La genetista Olivia Higareda enfatizó que a pesar de que la predisposición genética es un factor importante que varía de familia en familia y de población en población, no se debe dejar de lado que el sobrepeso y la obesidad son enfermedades multifactoriales por lo que tener buenos hábitos alimenticios y realizar actividad física puede contrarrestar el factor genético.

Redacción: Diana Barajas