La Laguna, símbolo y señal de un pueblo




Por Paúl Martínez Facio

«Y yo digo, cómo añoro aquellos tiempos, cuando todos los indígenas de nuestro pueblo teníamos vida, por Dios y nuestra Laguna».

El poblado de San Juan Bautista de la Laguna, fundado a principios del siglo XVI, se estableció en los alrededores de lo que desde entonces fue llamada la Laguna Grande, el cuerpo natural de agua más extenso del municipio y al que ha liado su destino desde entonces.

En el origen del poblado, hace más de cuatrocientos años y todavía durante el siglo pasado, la Laguna fungió como proveedora directa de materia prima y coto de caza para los pobladores de la zona y vecinos que acudían de comunidades aledañas, como Buenavista o la misma cabecera municipal.

Leonardo Ortega Nolasco, originario del poblado de San Juan Bautista de la Laguna, recuerda cómo era ésta durante su infancia:

«Todos al tejido del tule, hombres, mujeres, adultos y jóvenes, planta acuática que nuestra Laguna producía, aparte de mucho pescado, patos y otras variedades de muchas aves, aparte, de entre mucha maleza, abundaban conejos, liebres, armadillos, tlacuaches, mapaches, entre otros, esto entre otros, aparte de lo que nuestra Laguna producía».

El tule, variedad de planta semiacuática cuyos largos tallos son utilizados para la elaboración de figuras, utensilios y ornatos representó, mientras La Laguna lo produjo, uno de los recursos más importantes de la zona como material de construcción y para la elaboración de utensilios que se ponían a la venta. Del mismo modo, su producción marcó durante largo tiempo el ritmo de la vida del poblado.

«El corte de materia prima para petates y otro, se hacía en la última semana de abril y mayo, para poder sacarlo de la laguna antes de que lloviera, y guardarlo, ya que las lluvias llegaban en junio. Se tiene que dedicar al cuidado de este material para que no sufra daño y se eche a perder», agrega don Leonardo Ortega.

Detalle lirios y flores en La Laguna

Los ciclos de secas y de aguas han variado a lo largo del último siglo, habiendo temporadas de estiaje que se prolongaron más de lo habitual, transformando también, las costumbres y la vida de los residentes de San Juan Bautista de la Laguna, pues como se ha mencionado, la relación entre el ritmo de la vida del poblado y el del cuerpo acuático, ha sido siempre un latido acompasado. Don Leonardo relata cómo en temporadas de agostamiento, conoció más de cerca La Laguna:

«La escasez de agua obligó a todos los habitantes a buscar espacios para lavar ropa, para bañarse, y otros, para esto teníamos que meternos a La Laguna, mi esposa y su servidor y mis hijos teníamos que meternos, para eso teníamos que atravesar el tular, el banco de tulillo, hasta llegar al vaso. Su servidor vio que en el vaso el agua era azul oscura, como batida, y afuera, entre los tules, era clara, transparente».

El cuerpo lacustre ha resentido también la llegada de nuevos elementos ambientales, al igual que la ciudad y el poblado han visto cómo con la aparición de la industria, la Laguna vio llegar los lirios, planta de hipnótica belleza pero fatal para la vida acuática que en el vaso se produce. A esto se ha sumado la huella propia del ser humano, que no ha dejado de colaborar en el deterioro, sea por descuido o complicidad.

«La Naturaleza es sabia, en tres ocasiones se ha cubierto de plaga, lirio acuático, y ésta lo ha destruido, ya que nosotros, los dueños no hemos hecho nada, prueba de lo anterior, nosotros la hemos convertido en almacén de aguas negras, hay mucho que comer, pero está envenenado, la tortuga, la rana, los patos migrantes y otros, se murieron, hasta la fecha estamos luchando por sanearla, pero no hemos sido escuchados, con esto se están sintiendo los efectos contaminantes, en la piel, los ojos, en la garganta», lamenta don Leonardo.

La declive, desgraciadamente, ha sido precipitada, en menos de 50 años, la Laguna ha pasado de ser un cuerpo lacustre que brindaba a sus pobladores alimento y medio de vida, a una fuente de afecciones a la salud de los mismos residentes, de ser uno de los símbolos del municipio, a representar el signo de un deterioro ambiental.

La Laguna, señal para la fundación de un pueblo, símbolo artesanal del municipio y por desgracia, signo del descuido en el que se encuentra la naturaleza y el medio ambiente en el municipio.