Kapu concluyó con su vida laboral. Después de 8 años de servicio, este pastor belga se jubiló del escuadrón antibombas



Guadalajara, Jalisco.

Si los boxeadores cuelgan los guantes y los futbolistas los botines cuando se jubilan, Kapu se llevó a su casa una medalla y dejó en el camino su pechera táctica, después de ocho años de servir para el escuadrón canino antibombas de la Fiscalía General del Estado (FGE).

Aunque es un pastor belga malinois, Kapu es originario de la madre patria. Emigró de España en 2011, para cuidar a los tapatíos y extranjeros que participaron en la décimo sexta edición de los Juegos Panamericanos.

La suya fue una vida entre la polvora y la adrenalina. Cuenta su entrenador, el oficial Eduardo García, que su pericia con el olfato lo llevaron a lograr grandes descubrimientos en aeropuertos, paqueterías y operativos especiales.

Existe la creencia de que estos perros son entrenados a base de drogarlos, para que los canes busquen en su ansiedad el olor característico de las drogas o los explosivos.

Al igual que Kapu, este domingo la FGE dio de baja a nueve perros adiestrados en detección de explosivos, drogas y personas en situación de riesgo. La mayoría de ellos, porque se volvieron viejos y tienen que dar paso a la siguiente generación.

El escuadrón canino de la Fiscalía General del Estado se compone de casi 50 animales, muchos de ellos son rescatados de la calle o de situaciones de violencia. Después son entrenados y aprovechados para tratar de ayudar a los agentes en diversas actividades. Hoy, después de ocho años, Kapu se ganó la libertad de no volver a trabajar. Y su entrenador, Eduardo, la promesa de seguir cuidando a Kapu en lo que le quede de su perruna vida.


Omar García