Guadalajara, Jalisco.
El sueño de toda familia es adquirir una vivienda donde se pueda desarrollar en un entorno sano y accesible. Las cabezas del hogar esperan que su crédito se vea reflejado en comodidad y seguridad en los servicios. ¿O no es esa la meta de todos?
Desafortunadamente, en Tlajomulco existe un desarrollo que, ni de cerca, será el sueño de alguna familia.
En la zona valle de Tlajomulco se ubica un complejo habitacional de 500 viviendas en obra negra que se proyectaba como un desarrollo donde las personas podrían hacer vida sin ningún contratiempo. Pero en 2012, la constructora Homex paró las obras de lo que se conocería como la etapa 15 de Lomas del Mirador.
¿La razón? Ya no había presupuesto, y de ahí, el lugar se convirtió es un desarrollo fantasma y en ejemplo vivo del fracaso que ha tenido la política de vivienda en México entero.
Las torres de 8 departamentos no conocieron el enjarre, la pintura, la luz, el agua y mucho menos a una familia que le diera vida a su interior; en su lugar hay grafiti, una maleza que rivaliza en altura con una persona promedio, insectos… muchos insectos, hoyos en las calles y una imagen que, de boca en boca, se ha convertido en la evidencia gráfica de un accidente nuclear.
Sí: como Chérnobil, pero en pleno corazón de la zona valle de Tlajomulco de Zúñiga.
Un padre de familia, al menos en su sano juicio, jamás contemplaría este espacio para llevar a su familia a coexistir entre insectos y abandono.
Pero sí hay quien le ha sacado provecho al complejo de edificios en el que sólo vive el silencio.
En las noches, el tristemente célebre “Chérnobil Mexicano” se llena de sombras y visitantes inesperados.
Los guardias del lugar comentan que por ahí han pasado desde cantantes famosos, cazafantasmas y hasta tiktokers que buscan cumplir retos de permanencia en la noche. Todos aprovechando la soledad de ese espacio y haciendo de él un mito incómodo para Tlajomulco: que ahí existe un sitio radiactivo
Ahora bien: aunque proyectaron la etapa 15 del fraccionamiento Lomas del Mirador, o el “Chérnobil de Tlajomulco”, como un desarrollo modelo, la infraestructura de ese lugar no es diferente a la de otras etapas, ya que sus ajustadas medidas de terreno la ubican en ese sector despreciado por la autoridad cuando se le recuerda que sus gobernados viven en “casas huevito”.
Actualmente, el “Chérnobil de Tlajomulco” se encuentra en posesión privada a nombre de un banco, cuyos gerentes la esperan que algún valiente inversionista lo reactive. Y pese a que a lo largo de estos 12 años de abandono sí hay quien se ha atrevido, al realizar los estudios y descubrir que la zona no tiene agua, todos retiran su oferta, pues consideran que el desarrollo no tendría ventas.
Así pues, dada esa situación, el “Chérnobil de Tlajomulco” está destinado a ser tierra de nadie.
La versión que mejor explica por qué ese sitio es “nuclear” y nadie buscó nunca un departamento ahí es por la falta de pozos de agua: un servicio que aqueja a gran parte de los habitantes en Tlajomulco y que, por cierto, ha obligado a muchas personas a abandonar sus hogares para encontrar el anhelado sueño de una vida digna… en otro lugar.
Son sólo 500 viviendas de este pequeño pueblo fantasma, pero son un importante añadido a la cifra de 77 mil que, según datos del Inegi, están abandonadas en ese municipio metropolitano. Un municipio que, con evidencia gráfica y torres departamentales con cero habitantes, demuestra, sí o sí, el Chérnobil de México evidencia el fracaso de la política de vivienda.