GOLONDRINA TIJERETA: LA MENSAJERA DE LAS ESTACIONES




Por Roberto Castelán López

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En México encontramos diferentes especies de golondrinas, doce para ser precisos, pero la más común y abundante es sin duda la golondrina tijereta, Hirundo Rústica. Al igual que un gran número de aves, se ha adaptado para vivir cerca del hombre, por lo que se puede localizar en casi todos los sitios urbanizados de Jalisco.

Está ampliamente distribuida en toda América, migrando hacia el sur para pasar el invierno. Durante la segunda mitad del año, que va de agosto a enero, es mucho más frecuente en el país y se les puede ver a cientos perchadas en los cables o construyendo nidos en las edificaciones. De hecho, la nidificación de esta especie es un caso interesante; ha preferido por completo hacer sus nidos en las construcciones humanas, dejando de lado las grietas y acantilados donde solía llevar a cabo la anidación.

Aunque no están relacionadas con los vencejos, se asemejan a estos por tener uno de los vuelos más rápidos y dinámicos de la tierra. Posee vibrisas, que son estructuras filamentosas sensibles que les ayudan a atrapar a sus presas, en donde se incluyen principalmente insectos voladores.

Fotografía de Rick y Nora Bowers, recuperada de www.audubon.org

Es un ave pequeña, de entre 15 y 20 centímetros. Su coloración es azul rey de la nuca a la punta de la cola, la parte ventral es de color canela en los adultos y blanquecina en los jóvenes. La característica principal de esta especie, es la cola con una prominente bifurcación, lo que le otorga su nombre de golondrina tijereta. Las patas son muy pequeñas, una característica de todas las golondrinas de la familia hirundidae, mientras que sus alas son largas y puntiagudas. Tienen una apertura bucal amplia y un pico corto, propicio para cazar insectos al vuelo, desde moscas, hasta polillas y mariposas.

Tanto las hembras como los machos se responsabilizan de cuidar los huevos, que son un promedio de cuatro a cinco por anidada. Crecen lo suficiente para abandonar el nido a los 18 o 20 días, hasta entonces, son alimentados por sus padres.

Sin duda la mejor temporada para encontrarlas en Lagos de Moreno es cercano el invierno, donde se les pude observar en lugares urbanizados aún con mayor facilidad. Duermen perchadas y en grandes números como estrategia térmica.