Gracanica, Kosovo
Serbios, albaneses, soldados de la OTAN y diplomáticos occidentales conversan y brindan bajo un mismo techo en un restaurante abierto hace más de 10 años, una escena improbable en Kosovo.
Bajo los ladrillos rojos del Ethno House de Miodrag Nikolic, las comunidades que se ignoraban o se combatían en otras partes se reúnen ahora en paz total alrededor de carnes asadas, pimientos y rakija, un alcohol típico de los Balcanes.
"Nadie quiere problemas en mi restaurante. Lo crean o no, en 12 años no se ha roto ningún vaso aquí y no creo que ningún restaurante en el mundo pueda decir lo mismo", dice Nikolic a AFP.
Su negocio está situado en Gračanica, un suburbio de la capital Pristina, en una zona serbia de este joven país donde los albanokosovares, predominante musulmanes, son mayoría.
A unos cientos de metros se levanta un monasterio del siglo XIV muy importante para los serbios ortodoxos, que consideran Kosovo como la cuna de su nación, pese a la independencia de 2008.
Miodrag Nikolic se instaló ahí tras la guerra que opuso a fines de los años 1990 la guerilla kosovar y el ejército serbio. Murieron unas 13.000 personas, en su mayoría albanokosovares.
Este conflicto terminó después de una campaña de bombardeos aéreos de la OTAN, en la primavera boreal de 1999, que obligó a las fuerzas serbias a detener los combates.
Los serbios de Kosovo abandonaron entonces el país o se instalaron en algunos enclaves serbios, con frecuencia cerca de iglesias o monasterios.
Las tensiones no han desaparecido y a menudo estallan enfrentamientos. Los intentos de diálogo entre Kosovo y Serbia, que nunca reconoció la independencia de su exprovincia, fracasan regularmente.

Armend NIMANI / AFP
Pimientos y tapices
Nikolic, antiguo propietario de un hotel en Pristina, se instaló en Gračanica y obtuvo un terreno donde empezó a soñar con crear un restaurante y un hotel.
Sus amigos y familia no veían con buenos ojos la inversión, reconoce un cuarto de siglo más tarde, convencido de que el tiempo le dio la razón.
Durante años recorrió Kosovo, visitó sus más pequeños pueblos, casas abandonadas o albergues en ruinas para traer de allí mil y un objetos que dan ahora a su local un toque tan particular.
Detrás de su pesada puerta de madera, los muros de ladrillo rojo del restaurante atesoran un pequeño museo, decorados de tapices tradicionales, pimientos secos, fusiles oxidados e instrumentos de granja desechados.
"Unos amigos me dijeron que los platos estaban deliciosos, en especial los asados. Por eso estoy aquí", dice Zeqir Shkodra, empresario de 56 años de Pristina que visita por primera vez el lugar.
"No hay problema aquí", asegura este albanokosovar.
La mayoría de meseros son de origen serbio, pero muchos dominan bastante el albanés para tomar los pedidos y bromear con los clientes albanokosovares.
"Es algo que conservarán de por vida", celebra el propietario. "Incluso para fuera del restaurante, cuando se encuentren con albaneses en las tiendas o en la carretera" podrán comunicarse.
Hecho con amor
La diversidad de Kosovo, que genera a veces divisiones, también es lo que hace que su cocina sea interesante, como en el del resto de los Balcanes.
Reflejo de la variedad regional, el menú va de los sabores legados durante la ocupación otomana a los platos más cercanos a las tradiciones de Europa central.
Las salchichas, las carnes asadas, el ajvar - un puré de pimientos en el centro de la cocina en los Balcanes - y los quesos son servidos con muchos digestivos y amplias canastas de pan fresco.
"Todo es cocinado con el corazón y en eso no escatimo nada. Si la receta dice una cucharada de crema, meto dos", dice Miodrag Nikolic.
"Este restaurante tiene alma. Y está hecho de manera que podemos viajar en el tiempo", dice Goran Marinkovic, de origen serbio.
- "La gente viene aquí para beneficiarse de una comida deliciosa, de un servicio de calidad y de un bello lugar. Eso nos reúne", explica Igor Trajkovic, un mesero. "Aquí olvidamos lo que pasa afuera, la política y todo eso".
"Nos sentimos bien, relajados", agrega Marinkovic. Y señala que "la reconciliación puede venir del estómago".