Don Peña busca representar al oficio del tule en Lagos de Moreno
Vicente Nolasco




Por Gabriela León

Con petates de dos metros por uno y medio, burros con jinete, canastitas y canastos, tortilleros, burritos cargantes, mariachis y abanicos para el tiempo de calor, en una carreta con bicicleta, de lunes a sábado y fumando cigarros Económicos, así regresó Vicente Nolasco, mejor conocido como Don Peña, a vender figurillas de tule al Centro Histórico de Lagos de Moreno.

Don Peña tiene 71 años. Desde pequeño sus padres le enseñaron a tejer la planta del tule de hasta tres metros de largo que recoge en distintos lagos y pantanos del municipio.

“Mi hermana agarró el puesto que tenía mi apá’ Martín de Santiago Vázquez, ahí tiene su placa mi apá’ ahí en la casa de la artesanía, nomás’ que yo nomás’ tengo los apeidos’ de mi amá, pero los dos sabían hacer petates”.

Don Peña cuenta que lo dejó durante algún tiempo para ejercer otros oficios.

“Sé hacer material, tabique de adobe, cargado, quemado, de leña, todo eso sé hacer; como fue mi primer oficio y ya no puedo agacharme mucho ya me agarré a hacer eso mejor… Y nomás’ sabía hacer petates eh’, ya todo esto ya lo hago yo y voy a estudiar más, tovía’ estoy estudiando para hacer más cosas, yo sólo me agarro a inventar cosas a ver que hago. Ire’ ahorita estoy haciendo estos, ire’, estos basureritos.”.

Hoy ha empleado a cuatro aprendices para tejer el tule, e insiste en que el gobierno municipal le otorgue ayuda, así como se apoyó a otro artesano en su tiempo, un amigo de él, quien falleció hace poco, lo que le pareció una oportunidad para volver a trabajar en su primer oficio.

“Tengo una semana apenas que empece y voy a hacer varios ahora para agosto y ahora me dedico a esto, ahí tengo mi tallercito’ ahí de la gasolinera pa’rriba, Revolución #262, el número que tiene la LJ tengo yo. Ya el otro (artesano) que sabía hacer más cosas ya se murió hace poquito, como un medio año, un amigo y a ese sí le ayudaba la presidencia, pos a mí no me han dicho nada. Ya llevé muestras y todo(, les dije) prestenme una feria pa’seguir adelante para llenar una cuarto, quiero llenar un cuarto pa’ este año si Dios me da licencia”.

Otra de las cosas que Don Peña comparte es que tuvo que cuidar a su esposa Julia Palomino Rincón, quien estuvo enferma durante 12 años y falleció hace dos años y medio, a la que cuidó día y noche.

“Qué del corazón, luego me la operaron de las piedras en la visicula’ y al último se le reventaron que el riñón y el hígado yo creo, ya tantos años, doce años, ¿se imagina?”

Con Julia, tuvo cinco hijos; uno también falleció. Aunque sus otros cuatro hijos siguen cercanos a él y le piden que deje de trabajar, persevera en seguir enseñándose y heredando el oficio a otra importante generación:

“Mis nietos son los que están empezando, ya hacen trenzas y ahí, están chiquitillos’”.

Don Peña dice que recogiendo tule se le perdieron sus credenciales del INAPAM y 60 y más… y aunque no le ha llegado la ayuda correspondiente a pesar de haberlas repuesto, el trabajo no le falta: una maestra le encargó primero cuarenta canastitas, luego cien. Petates también le han encargado, y afirma que los puede terminar en un día: a pesar de los años sin ejercerlo, este es su jale.

“Me dedique mejor a mi jale, ya no voy a velar un día me van a apretar el pescuezo y mejor no. Aquí ando hasta las dos de la tarde y ya me regreso a hacer más”.