Guadalajara, Jalisco.
En el cruce de las calles Otranto y Alberta en la colonia Providencia, se gestó un desacato en dos administraciones municipales, la de Enrique Alfaro y ahora la de Ismael del Toro, a una sentencia del Tribunal Superior Administrativo para suspender la licencia que se otorgó en el trienio de Ramiro Hernández para construir un edificio de departamentos de lujo, por daños patrimoniales a las fincas aledañas.
Fue la síndico de ese gobierno municipal quien inició precisamente, el proceso de revocar la licencia, pero el tiempo pasó, llegó Movimiento Ciudadano a Guadalajara y en lugar de acatar suspensión de obra, dejaron que una inmobiliaria siguiera levantando siete pisos sin planes parciales de desarrollo que lo permitieran.
Cristian Gudiño Gudiño es el representante legal del señor Salvador Martín Alba quien construyó en 1985 su casa de dos plantas para habitarla. Casa que tuvo que desalojar por un dictamen de Protección Civil pues era extremadamente riesgoso continuar viviendo ahí mientras la inmobiliaria Sagnes Constructores siguió con trabajos de construcción a pesar de estar notificado el ayuntamiento de Guadalajara de que esa obra, no podía proceder y debía, incluso, demolerse. Así lo explica el abogado.
El dictamen de Protección Civil es demoler la casa del 2876 sobre Otranto, pues es inhabitable. En un recorrido se percibe llena de residuos de la construcción de a lado sobre los país, que se invade su terreno y que las paredes que se levantaron para el edificio AO Providencia, tronaron las de la casa de Salvador Martín, quien tuvo que salir de su propiedad y comenzar a pagar renta en otro lado. Ya hay una incidencia que promovió el abogado, pero esto ya escaló a la denuncia penal en la Fiscalía de Jalisco contra quien fue síndico Bárbara Casillas de Enrique Alfaro Ramírez, él mismo e Ismael del Toro por desacato.
Salvador Martín, el particular afectado por la inmobiliaria con la anuencia del ayuntamiento de Guadalajara, estima en 5 millones de pesos lo que costará demoler y construir de nuevo su casa, cuando el edificio de a lado, sea derribado.
En la malla de la obra se observa un sello de clausura, pero el personal de la construcción no deja de entrar y salir con materiales.