Creaciones Mimi, el sello laguense en la ropita de acrilán




Por Tatiana Sánchez

Un negocio familiar de mujeres

El taller “Creaciones Mimi” fue uno de los talleres que brindó trabajo a amas de casa en Lagos de Moreno en las décadas de los años setenta, ochenta y noventa y principio de los años 2000. Fundado por la señora María Guadalupe Montoya, en 1970, quien al quedarse viuda comenzó a bordar para sacar adelante a sus tres hijas.

La señora María Guadalupe estuvo al frente del taller hasta que se enfermó; fue entonces que su hija, la señora Teresa Pérez Montoya, y su nieta, Maura Lilia Sánchez Pérez, continuaron con el taller familiar, haciéndolo crecer y expandiendo la producción a otros puntos del país. Así lo platica la señora Lilia:

«Yo empecé a trabajar con mi mamá, mi abuelita fue la que empezó con el negocio. Mi mamá se casó y empezó a trabajar, trabajaron se puede decir que por etapas, porque en un principio eran máquinas más manuales, se daban las máquinas a las personas para que las trabajaran. Después mi abuelita dejó de trabajar por una enfermedad y le pasó el taller a mi mamá, pero mi mamá ya tenía algunas máquinas trabajando. Cuando mi abuelita se enfermó, ya me quedé yo ayudarle a mi mamá con el negocio y prácticamente ella y yo manejábamos el negocio».

En el taller se producían sábanas, manteles, medias, mallas, trajecitos completos, cobijas de bautizo, chambritas para niños recién nacidos y de meses. Extendiéndose en el caso de las medias y mallas hasta la talla 16. Las actividades que se realizaban en el taller versaban en coser, lavar, planchar, dejando como trabajo para las casas el bordar y tejer las prendas. Los meses con mayor producción eran agosto y diciembre, para la entrada a la escuela y en temporada de frío.

Talleres de Acrilán

El taller de la familia Montoya era una fuente importante de empleo, sobre todo de mujeres; Lilia Sánchez comenta que había personas de las comunidades rurales que acudían cada semana al taller para pedir trabajo y llevárselo a su casa.

La producción se comercializaba en varios estados del país, teniendo mayor demanda en la Ciudad de México y Guadalajara. También llegaron a enviar a los Ángeles, California, en Estados Unidos.

«En aquel entonces mi abuelita trabajaba, entregaba la mayor parte en México, después pues se fueron haciendo más clientes y se repartía en muchísimas partes venia gente de México, Guadalajara a comprar la media y la malla. […] Entregábamos costura que se llevaban a Estados Unidos, había unas personas que venían, se embarcaba la mercancía aquí en León en el aeropuerto, se mandaba a Tijuana, cuando estaba aquí el aeropuerto, que era el Taesa de aquí de Lagos, salía la mercancía, llegaba a Tijuana y ellos se encargaban de hacer los trámites y se pasaba la mercancía, la mercancía se llevaba a los Ángeles».

El taller dejó de existir a principios del 2000 a causa de la invasión de los productos chinos que afectaron la producción de los pequeños talleres.

«Los talleres, yo pienso que fueron cayendo cuando empezó a entrar al mercado la ropa china, que para nosotros el producir la ropa de acrilán era más costoso porque la materia prima subió muchísimo cuando fue la devaluación. Subió el dólar, la gasolina, toda la materia prima subió, entonces las prendas se encarecieron y empezó a entrar ropa china  muy vistosa pero desechable. Pero la mayoría de la gente se va por la vista, en ocasiones prefieren comprar algo que se vea muy bonito aunque sepan que lo van a usar dos veces y no va a servir, y fue cuando se vino abajo la ropa de acrilán, se fueron acabando todos los talleres».

Lilia Sánchez comenta que de haber continuado con el taller habrían tenido que producir ropa con otros materiales, como la tela, manejando precios más altos y de menor calidad. Por tal motivo fue que se terminaron los talleres de acrilán en Lagos, así como los empleos que ofrecían a las personas.