París, Francia.
- Todos los continentes afectados -
Ningún continente está a salvo. La sequía ya ha contribuido a la desaparición de una civilización, al acelerar el declive del imperio hitita de Anatolia a finales del siglo XII antes de nuestra era, según un estudio reciente publicado en la revista Nature.
Ahora, amenaza al rendimiento agrícola de grandes países productores, como Argentina, cuya cosecha de maíz se redujo en un 30% a lo habitual durante la campaña 2022-2023.
La agricultura, que representa el 23% de las emisiones mundiales de gases con efecto invernadero (por la ganadería y el uso de fertilizantes), es una de las primeras víctimas del cambio climático.
- El calentamiento global multiplica las sequías y su duración, como la que azota desde finales de 2020 el Cuerno de África, donde la subida de las temperaturas mató millones de cabezas de ganado y donde 23 millones de personas están amenazadas por el hambre, según la ONU.
En total, más de 3.000 millones de personas viven en un entorno "muy vulnerable" al cambio climático.
Este fenómeno también conlleva un aumento de los episodios de precipitaciones extremas, que tienen unas consecuencias devastadoras: destruyen cultivos, imposibilitan la siembra y la cosecha y agravan la erosión de los suelos, cuyas capas fértiles superiores acaban siendo arrastradas por los torrentes de agua.
Unos fenómenos constatados en los últimos años en Pakistán y Australia.
- Se suman a ello los fenómenos climáticos oceánicos El Niño y La Niña, recurrentes pero irregulares, que acentúan la sequía en Indonesia (primer productor mundial de aceite de palma) o en Argentina (gran exportador de maíz), afectan al monzón en India y favorecen la actividad ciclónica.
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