CENZONTLE: EL JUGLAR DE NUESTRO CANTO




Por Roberto Castelán López

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El nombre cenzontle proviene del náhuatl y deriva de centzontli, cuatrocientos, y tlahtolli, palabra o canto. Es famoso por el poema del rey poeta de Texcoco, Nezahualcóyotl, quien lo designa pájaro de 400 voces, aludiendo a su capacidad de imitar múltiples cantos y sonidos. Es, sin duda, el paladín de los imitadores. Se tiene registro de casi 200 gorjeos diferentes, y en el espacio de una hora, puede imitar las vocalizaciones de más de 50 especies de aves. Es una adaptación en la siringe, órgano encargado de las vocalizaciones en las aves, y la presencia de más músculos en está, lo que les permite emular el canto de otras aves y animales. En opinión de algunos científicos, la finalidad de este comportamiento es defender su territorio de otras aves que compiten con ellos por los mismos espacios y alimentos.

Los motivos por los que las aves cantan son más complejos que los motivos por los que emiten llamados. Los cantos son vocalizaciones desarrolladas que pretenden atraer a las hembras durante las temporadas reproductivas y defender los territorios de otros machos, mientras que los llamados son sonidos simples que sirven como tonos de alerta o angustia. El cenzontle desarrollo la capacidad de imitar las melodías que machos de otras especies utilizan para designar territorios y mantener lejos a otras aves.

Fotografía de Jim Wedge, recuperado de www.audubon.org

De las dos especies de Mimus que existen en México, aquí encontramos la más común conocida como cenzontle norteño, y es residente todo el año. Es un ave sumamente adaptable a cualquier ecosistema, y tiene la capacidad de comer una gran variedad de alimentos diferentes; desde insectos y arañas, hasta frutos y semillas.

Fotografía de Roberto Castelán López, Cenzontle sobre huizache

Para avistarlo casi siempre hay que voltear hacia arriba, en los postes de luz, mezquites o nopales, ya que muy pocas veces baja al suelo. Sus características son una cola delgada y larga, pico corto y cabeza angosta, sin ningún tipo de antifaz en la cara. Su dorso es totalmente gris en la etapa adulta y casi toda la región ventral es blanca o muy pálida. Durante el vuelo, se le puede identificar un parche blanco en las alas, por lo que a veces se le puede encontrar en la literatura como cenzontle de ala blanca. Mide alrededor de 275 milímetros, y tiene una figura esbelta y alargada. Puede llegar a confundirse con su primo Cuitlacoche, del género Toxostoma, sin embargo, no tiene el pico tan largo ni el ojo tan grande, además de que como ya mencionamos, prefiere evitar estar en el suelo.

En ocasiones, suele ser muy agresivo y se ayuda de su vuelo ágil para picotear y ahuyentar intrusos o potenciales depredadores, pero generalmente lo encontramos tranquilo o cazando insectos con el movimiento de su cola y alas.

Fotografía de Roberto castelán López, Cenzontle sobre huizache II

Casi todos los miembros de la familia a la que pertenece el cenzontle desarrollan sus nidos escondidos en los árboles o arbustos densos, a veces rodeados de espinas como protección. El juvenil de esta especie es más obscuro que el adulto, con franjas y rayas negras en el pecho.

Es un ave de hábitos diurnos, pero en noches de luna llena pierde el sueño y comienza a cantar, debido a un estímulo de la luz en la región hipotalámica.

Afortunadamente, las poblaciones en México parecen estar saludables, lo que la vuelve un ave bastante frecuente, interesante a la vista y a la región sonora. Observarla puede resultar muy entretenido, ya que realiza graciosas piruetas.