La información que los medios de comunicación y las autoridades hicieron circular por redes sociales sobre el presunto intento de suicidio de Joel Salas y su muerte poco después, demostró falta de ética y profesionalismo; a ello se sumó la insensibilidad que por medio de comentarios en facebook, expresó la sociedad
Por Luz Atilano y Gabriela Arreola
La violación de derechos humanos hacia Joel Salas Armendáriz va más allá de su rescate y de su muerte. A las omisiones y negligencias cometidas por las distintas autoridades implicadas desde que el joven se encontraba en una de las torres del templo de El Refugio con la supuesta intención de quitarse la vida, se sumaron las reacciones de las personas que estuvieron al tanto de lo ocurrido de forma presencial o desde las redes sociales.
Las principales vías mediante las cuales se dio a conocer información de manera casi inmediata acerca del presunto intento de suicidio del joven fueron grupos de whatsapp y principalmente publicaciones de facebook hechas por personas dedicadas al periodismo local, que hicieron ver en primera instancia la falta de ética profesional y de tacto al comunicar la situación.
Insensibilidad, poco conocimiento acerca de la seriedad de situaciones de este tipo y de cómo tratar la información fueron factores que pusieron en evidencia a determinados medios locales, quienes publicaron contenidos sin consultar fuentes oficiales y que además de poner en riesgo la integridad del joven y la de sus familiares, resultó ser falsa en algunas ocasiones.
A raíz de la cobertura que hicieron estos medios de comunicación en redes, siguieron las variadas expresiones de la sociedad; gran de los comentarios que se emitieron en facebook minimizaron el suceso y no mostraron ni un ápice de solidaridad hacia Joel y a las dificultades en las que se encontraba.
A ello habría que agregar el manejo indebido de la información sobre el joven por parte de las autoridades municipales, específicamente del comisario de Seguridad Pública Javier López Ruelas, quien de forma irresponsable y sin contemplar posibles consecuencias, compartió, desde el momento del rescate y por ende aún con vida, datos personales como nombre completo, edad, domicilio y fotografía del joven sin ocultar sus rasgos para proteger su identidad.
Transcurridos 83 días desde la muerte de Joel Salas, hay que navegar por un tiempo considerable para llegar a las publicaciones y a los respectivos comentarios que esa tarde del 24 de mayo se escribieron. Sin embargo, a pesar del carácter efímero del internet, permanecen ahí como muestra de la falta de sensibilidad de nuestra sociedad.