Guadalajara, Jalisco.
“Para que haya una cuarta transformación, debe haber una cuarta visita de Andrés Manuel López Obrador a Temaca”. Detrás de la línea telefónica, y ubicado a 150 kilómetros de la capital de Jalisco, el sacerdote Gabriel Espinosa Iñiguez, y quien se ha convertido en el vocero del Comité Salvemos Temacapulín, Acasico y Palmarejo busca entre cerros un sitio donde la señal telefónica pueda ser estable para continuar la conversación.
Después de cuatro años en que la presa El Zapotillo se encuentra detenida por una orden judicial, los pobladores de las tres demarcaciones situadas en los altos de Jalisco, continúan su vida. El proyecto hidráulico deteriorado se ha convertido en un homenaje a la resistencia de las personas que luchan por vivir donde nacieron ellos, sus abuelos y sus ancestros.
“Seguimos trabajando, los niños siguen yendo a la escuela, los enfermos al hospital, los creyentes a la iglesia y todos unidos resistiendo en el sentido de que tenemos dos líneas de trabajo. Una es la franca oposición a la Presa El Zapotillo y la otra es nuestro desarrollo como comunidad, el desarrollo sustentable”.
El sacerdote, quien tomó mayor relevancia al gritarle al gobernador Aristóteles Sandoval el día que presentó los resultados del estudio de la UNOPS, que advertía la necesidad de construir a 105 la presa; ahora pide que el nuevo presidente electo, Andrés Manuel López Obrador, que sea más prudente y responsable con sus declaraciones.
Las consecuencias ya son irreversibles, dice Espinosa Íñiguez. “Para la naturaleza, han destruido el río. Han permitido ciertas concesiones, para la explotación de piedra, arena, madera, árboles, han muerto personas ahogadas en el río por la extracción. También han muerto personas de los pueblos, por la depresión y por enfermedades que se les han acelerado por la incertidumbre que les genera este proyecto”.
Apenas este lunes, el presidente electo mencionó que el proyecto de El Zapotillo sí va, para darle agua a la población de León, en el estado de Guanajuato. Sobre este discurso, el sacerdote que se ha convertido en activista, dice que el Zapotillo es un gran negocio.
“Yo creo que un gesto de Andrés Manuel López Obrador, de una persona progresista, un gobierno democrático y sustentable, pues sería dialogar. Como ya lo hizo con las comunidades afectadas, pero realmente, lo que creo es que debe hacer discursos más responsables, más reales, y buscar un equilibrio. Nosotros no nos oponemos a que la gente de empresa haga negocio, pero también que nos dejen vivir en paz”.
En septiembre pasado, durante una visita del entonces aspirante presidencial al municipio de Yahualica, algunos miembros de las comunidades afectadas por el Zapotillo le entregaron un pliego petitorio. Y él les respondió que sólo lo esperaran 10 meses, a que consiguiera el triunfo en las urnas.
Han pasado tres meses desde aquella histórica jornada donde el tres veces candidato, consiguió el anhelado triunfo. Sin embargo, después de tres meses, los pobladores ya mandaron dos cartas para saber cuál será la posición del gobierno federal respecto al proyecto de la presa. La respuesta sigue pendiente, pero las declaraciones del día de ayer, no los dejan satisfechos.