Adultos mayores rememoran en relatos, los juegos infantiles de hace más de 60 años




Guadalajara, Jalisco.

Hace 60 o 70 años, cuando don Alfonso y Miguel fueron niños, los juegos infantiles habituales eran las escondidas, el trompo, el yoyo, las canicas, las “cascaritas” futboleras y hasta jugar a los toros.

De eso escribieron 33 adultos mayores que participaron en el concursoEn el Corazón de la Memoria”, en el que mediante relatos recordaron los juegos infantiles que practicaban en su infancia.

El concurso fue organizado por la Dirección de Educación del Ayuntamiento de Guadalajara y por el Fondo de Cultura Económica, en el contexto del Día del Adulto Mayor.

Don Alfonso Gómez Araujo, tiene 81 años de edad. Su infancia la pasó en la casa situada en calzada del Ejército número 23, en contra esquina del Cuartel Colorado.

Ahí, entre huertas y baldíos, don Alfonso recuerda que jugaba a los Toros, con su hermano y sus primos.

“Mis tías nos confeccionaron unas capas para torear, porque mi padre era un gran aficionado a los toros y desde chico me llevaba a la plaza El Progreso. Teníamos monteras que comprábamos en la Feria del Parque Morelos. Nos vestíamos de toreros, a mi prima la poníamos de reina, con claveles en la cabeza y un mantón, y a los pobres hermanos menores les tocaba hacerla de toros y toreábamos, les poníamos banderillas y les hacíamos miles de cosas y nos pasábamos la tarde muy divertida”, relató.

El caso de don Miguel Muñoz Tachiquín, de 71 años de edad, pasó su infancia en Nochistlán, Zacatecas, donde nació. Él contó la historia de sus juegos con las canicas, el trompo y el fútbol.

Don Miguel señaló que escribir sus memorias fue un ejercicio muy agradable.

“Sentí muy bonito, porque eso de recordar uno su niñez y adolescencia es lo máximo. Vuelve uno a revivir todo lo que vivió. Yo se lo recomiendo a mucha gente, que escriba sus memorias, tanto para sus hijos, como para sus nietos, para que no quede perdido eso”, explicó.

La jefa de Proyectos Especiales de la Dirección de Educación, Ivon Wimber, dijo que los relatos escritos por los adultos mayores, significan un legado muy importante para que las nuevas generaciones conozcan las actividades recreativas que tenían los niños del occidente de México.


Ignacio Pérez Vega