Un gran promotor y músico laguense del siglo XX




Por Gabriela Arreola

A pesar de que sus apellidos pueden confundirnos y hacernos pensar que estamos hablando de un personaje excéntrico venido de tierras lejanas, el maestro Secundino Zamarroni Parga fue un músico laguense que se dedicó en cuerpo y alma a componer y a forma a los jóvenes de la región en esta bella arte.

Un chelista virtuoso y laguense

Estudió música de manera formal y en el año de 1920 se unió a la banda del maestro Apolonio Moreno. Zamarroni se especializó en el chelo, y su participación en la agrupación fue de gran importancia.

«El maestro Secundino Zamarroni Parga, que era su nombre completo, es un laguense  prácticamente del siglo XX, vive casi todo el siglo XX. Él es parte fundamental de la banda de don Apolonio Moreno en casi todas sus épocas. Al principio no estaba, pero a partir de los años 20 se incorpora y él es el que asume básicamente la dirección de la banda cuando el maestro se va fuera», comparte al ingeniero Hugo Reyes García, quien es miembro del Concejo de Cronistas Laguenses.

Un pilar de la cultura en la ciudad

Reyes García señala que Secundino Zamarroni y otros intelectuales se encargaron de mantener la vida cultural de la ciudad en un momento crítico, cuando los grandes gestores del ámbito artístico por diversas razones abandonaron Lagos.

«Yo creo que es uno de los pilares de la cultura laguense, en la etapa más difícil de la ciudad, porque estaba hace cien años, a principios del siglo XX, el Liceo del Padre Guerra en auge, había una educación, había mucha gente hablando de arte y de música, pero cuando llega la Revolución y luego la Cristiada, mucha de esta gente emigra a los grandes centros de población, principalmente al DF, y en Lagos se abandona el cultivo de las artes, y en esta etapa difícil, o muy difícil, es cuando el maestro Apolonio Moreno se va también y gente como Secundino Zamarroni se dedican a sostener la propia banda».

Es posible que su familia paterna fuera originaria de Italia, aunque este es un dato no confirmado, de allí que su primer apellido no sea tan común en la región. Asimismo, el ingeniero comenta que era un hombre humilde, sencillo en el trato y muy responsable, pues a él le tocó, incluso, tomar clases de solfeo y de clarinete con el maestro.

«La última etapa fue muy triste para él porque perdió la vista y perdió el oído, entonces era muy difícil comunicarse con él. En la última etapa vivía solo, estaba ahí, más o menos por la calle Madero, por ahí estaba su casa y estaba solo, realmente abandonado por los laguenses y por su familia también. La mayoría de sus hijos emigraron a la Ciudad de México. Desde el fin de los años 60 daba clases en la escuela de artes y oficios, que fue ya su última etapa desde el punto de vista productivo».

Zamarroni también fue profesor de música en la Escuela Miguel Leandro Guerra. Acerca de sus composiciones, el ingeniero Reyes dice que eran de muy buena calidad, sobre todo sus valses. Una de sus piezas más reconocidas se llama Pasodoble “Banderillas de fuego”. Escucharemos parte de la misma a continuación, interpretada por  La Banda de Música del Estado de Jalisco, bajo la dirección del maestro Alberto Cotta Aldana.