Guadalajara, Jalisco.
Mientras que en las ciudades la mala calidad del aire generada principalmente por los vehículos minimiza la salud de la población, en las zonas rurales más marginadas del país el hábito de cocinar con leña también es una fuente de contaminación severa que vuelve a las personas más vulnerable frente al COVID-19.
Así lo dio a conocer Horacio Riojas, especialista en salud ambiental de la UNAM, en una videoconferencia donde planteó que entre 25 y 28 millones de mexicanos todavía usan leña en casa para cocinar debido a su contexto de precariedad económica, de ahí que constituye un nicho crítico de frente a la epidemia actual que afecta principalmente a los pulmones.
"Nosotros estamos haciendo los análisis para las ciudades mexicanas, es un análisis muy preliminar que muestra la correlación entre las tasas de mortalidad de algunas ciudades con las concentraciones anuales de pm 2.5 y parece haber una correlación".
"Generamos este mapa que es un índice de vulnerabilidad por exposición crónica al humo del leña y aquí se pueden ver los municipios más vulnerables por sus índices de marginalidad y porque están expuestos a concentraciones muy altas de contaminantes que pueden ser entre tres y 100 mayores a las que encontramos en las ciudades, por lo tanto 25 millones de mexicanos expuestos al humo de leña son especialmente vulnerables al COVID-19".
El investigador recordó que en otros países como Estados Unidos ya se ha documentado científicamente que las ciudades con mayor tasa de letalidad del nuevo coronavirus son aquellas con mayores concentraciones de contaminación atmosférica, además de que, proporcionalmente, mueren más afroamericanos e hispanos en ese país por la infección del SARS-CoV-2, lo que soporta la relación entre mala calidad del aire y marginalidad con muertes por la enfermedad.
"Este origen de la alteración de los ecosistemas tuvo mucho que ver con la aparición del covid, está teniendo consecuencias por su interacción con la contaminación del aire y el cambio climático, por lo tanto tenemos que pensar que la solución también debe de tocar todos estos diferentes aspectos, por lo tanto la pandemia ofrece una oportunidad para repensar nuestra relación entre el ambiente y la salud individual y colectiva".
El especialista mencionó la probabilidad de que al no implementarse medidas de prevención en zonas marginadas del país, sigan creciendo ahí los contagios de COVID-19 y las muertes, ya que la precariedad económica involucra deficiencias alimenticias, degradación ambiental y falta de acceso a servicios de salud.