Guadalajara, Jalisco.
Los periodistas no son una clase privilegiada, sólo el reflejo de una sociedad. En un México donde impera la impunidad, el 99.5 por ciento de los delitos en contra de la libertad de expresión, son denuncias que se empolvan en una bodega de la Fiscalía Especializada.
Este domingo, decenas de periodistas, comunicadores y trabajadores que ejercen el periodismo, salieron a las calles del país para exigir justicia por los tres recientes asesinatos que se perpetraron este mismo mes.
Los periodistas de Jalisco también salieron a las calles. Recordaron que en todo 2017 no habían salido para reclamar está impunidad, pero es momento de recordarle a los gobernantes y a la sociedad que hay quien mata periodistas, queriendo matar la verdad.
En Jalisco, las presiones para los comunicadores y periodistas no son tan graves como en Veracruz, Chihuahua o Guerrero. Sin embargo, lo que prevalece entre los tapatíos es el empleo precario y flexible, con bajos salarios y jornadas extenuantes.
Aún así, la impunidad contra los crímenes por silenciar reporteros se mantienen. No hay otro país que se presuma como democrático en el mundo donde se maten más periodistas que en México.
Con los recientes asesinatos, suman 103 periodistas acallados por las balas y la impunidad.
Muchos de ellos por su trabajo de desnudar a los poderosos y corruptos. Otros más por ser incómodos a los canallas. Y otros, simplemente porque hicieron lo mejor que pudieron su trabajo, y arrojaron luz donde alguien quería vivir en la oscuridad.
De ahí que muchos reporteros mantengan la consigna: no se mata la verdad, matando periodistas.