El Análisis | Pobreza laboral y vida precaria




Ocotlán, Jalisco

Que la economía se esté recuperando en cuanto a crecimiento y que al mismo tiempo aumente la pobreza laboral significa que hay mensajes contradictorios que hay que matizar. Por un lado, los pronósticos de recuperación de la economía en 2021 siguen mejorando, por lo que se espera un repunte de por lo menos 5 por ciento luego de la caída de 8.5 por ciento en 2020. Y por el otro lado, en el primer trimestre de 2021 se produjo un incremento de la pobreza laboral -que equivale a las personas que trabajan pero perciben ingresos laborales inferiores al costo de la canasta básica-, ya que de 35.6 por ciento pasó a 39.4 por ciento, de acuerdo al informe del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval).

Los datos que dan cuenta de la situación laboral son muy interesantes: la pobreza laboral aumentó en 26 de las 32 entidades federativas, siendo la Ciudad de México la que tuvo el aumento más importante con 14.9 por ciento. En el primer trimestre del año el ingreso laboral promedio de la población ocupada a nivel nacional fue de 4,456 pesos mensuales, mientras que al tomar los ingresos promedio de hombres y mujeres se nota la desigualdad: para los hombres el ingreso fue de 4,787 pesos y para las mujeres la cifra fue de 3,930 pesos. Hay una diferencia promedio de 856.6 pesos. Y si se toma el ingreso promedio de los trabajadores indígenas, la brecha es todavía mayor: perciben 2,173 pesos mensuales, o sea la mitad de los trabajadores en general, según las cifras del Coneval.

La cuestión de la precarización laboral consiste en que se puede ser trabajador y ganar un salario de pobreza que no alcance para cubrir necesidades básicas. El valor establecido para la canasta alimentaria para las zonas urbanas es de 1,710 pesos, en tanto en las zonas rurales es de 1,229 pesos. En otras palabras, actualmente cuatro de cada diez trabajadores no ganan lo suficiente para cubrir los costos de la canasta alimentaria. Y hablamos de las personas ocupadas. Imaginen el caso de la precariedad de los que perdieron sus empleos en pandemia y todavía no consiguen una fuente de ingresos.

El escenario de pobreza laboral en el momento de la recuperación de la economía le da un matiz crítico al empleo: aunque la economía está recuperando oportunidades en cantidad, la situación de la calidad se está deteriorando. Con el retorno de las actividades luego de la pandemia, la gente está volviendo a trabajar pero no encuentra las mismas condiciones que tenía antes sino otras de menos ingresos, de salarios reducidos y de espacios laborales con más limitaciones. Esto incrementa la desigualdad que ya conocemos entre ricos y pobres, entre hombres y mujeres, entre regiones, grupos y sectores vulnerables.

Hay que prestarle mucha atención a la calidad de los empleos recuperados porque de ellos depende la recuperación del mercado interno, del poder adquisitivo y de las condiciones de vida de la gente. Y al contrario, si se empobrecen los empleos, el empobrecimiento será para todos, y la posibilidad de mejorar será menor.