Madrid.
Niños de entre 4 y 12 años de 23 países se intercambian al año unas 3.000 cartas escritas de su puño y letra para aprender español, un proyecto educativo impulsado a raíz de la pandemia por las jóvenes españolas Lucía Marín y Laura Núñez.
Fundada en Londres, su empresa emergente ("startup") Diluu conecta a más de 500 menores de familias expatriadas de Japón, Grecia, Canadá, Australia, Taiwán, Estados Unidos, Italia, Malta, Reino Unido o Alemania.
“En las tutorías las familias nos pedían alguna forma en la que los pequeños pudiesen conectar fuera de las clases. Intentamos hacer eventos presenciales en Londres pero solo conseguíamos que los niños hablasen en inglés entre ellos (...). Pero en un test previo de consulta que hicimos nos sorprendió que les parecía algo mucho más novedoso y especial recibir una carta física”, explica Marín.
De ahí surgió la idea del programa “Amigos por el mundo", que consiste en asignar entre el alumnado amigos por correspondencia para que practiquen el español entre ellos.
“Muchos de nuestros estudiantes -añade- no tienen la posibilidad de conocer a otros que hablen español en el lugar donde viven. Gran parte de ellos solo conocen a un miembro de su familia que lo hable y no son conscientes de cuantas personas lo hacen alrededor de todo el mundo”.
Se cumple así un doble objetivo: que los pequeños sean conscientes de la utilidad de aprender este idioma, aunque no sea el mayoritario en su lugar de residencia actual, y que puedan sentirse parte de una comunidad.
- A cada participante se le asignan tres amigos de cualquier rincón del mundo. Para ello se usa la inteligencia artificial, que empareja los perfiles según edad e intereses.