Matan millones de abejas con plaguicida en Quintana Roo para sembrar chile habanero




Quintana Roo, México.

La muerte de millones de abejas en los apiarios del ejido La Candelaria, en el corazón de la zona maya de Quintana Roo, dejó una estela desolación e incertidumbre entre los apicultores de la región, que señalan como posible causa la fumigación en un plantío de chile habanero cercano.

Hasta ahora se han contabilizado 365 colmenas afectadas en 18 apiarios que están en un radio de hasta cinco kilómetros del plantío de chile habanero, lo que podría llevar a los apicultores a perder su principal fuente de ingresos.

Las afectaciones aún no han sido cuantificadas en su totalidad, porque las abejas siguen muriendo en invernaderos más alejados.

También porque, según catedráticos de la Universidad Intercultural Maya de Quintana Roo, se necesitan mayores estudios para analizar el impacto en otra clase de insectos como mariposas, arañas y abejas silvestres, en los mantos freáticos e incluso en la salud de los campesinos que fueron expuestos al químico.

Tras más de dos semanas de que se reportaran las primeras afectaciones en los apiarios más cercanos al plantío de chile habanero, los apicultores se enfrentan a la pérdida de la temporada de cosecha y a la de todas sus instalaciones, pues al estar contaminadas es casi un hecho que tendrán que incinerar las colmenas para evitar que se propague la contaminación con el insecticida.

Laureano Pech Esquivel se dedica a la apicultura "desde que tiene uso de razón" y fue de los primeros en reportar la muerte de todas sus abejas.

Los terrenos donde construyó el apiario y sembró maderas como el cedro están a menos de 300 metros del chilar (como llaman al plantío de chile habanero).

"Antes, como estaba tapado el chilar, no lo fumigaban, pero cuando lo destaparon de repente, aplicaron esa clase de insecticida", relata.

En el apiario de Laureano el aire es denso y se respira un intenso olor a podrido.

"Son las abejas muertas que se están pudriendo, están llenas de gusanos, las crías están muertas, no se puede rescatar nada", explica mientras recorre con la mirada las colmenas donde extraía el llamado oro líquido de la selva maya, la miel.

Por ahora, el grupo de apicultores afectado está concentrado en lograr que las autoridades investiguen a fondo lo ocurrido, eviten que se repita y sobre todo, que les paguen por los daños causados a las colmenas.

Wilson Ayala Mex es otro de los apicultores afectados. Durante un recorrido por la zona explicó a Efe que las pérdidas económicas para los apicultores no serán fáciles de cubrir, por lo que su única alternativa es que les concedan la reparación del daño por parte del dueño del chilar.

Cada colmena tiene un costo de entre mil 700 y mil 900 pesos, pero se incrementa cuando tiene dos o tres niveles.

"Estas están prácticamente contaminadas; no las hemos levantado porque fueron órdenes por parte de las autoridades, que no movamos nada como evidencia", indica.

El problema es complejo porque aun cuando logren recuperar la infraestructura, las colonias de la especie de abeja mielera tardará en reponerse.

"Estamos hablando de 15 millones de abejas en promedio, porque cada colmena alberga de 20.000, dependiendo, 25.000, 30.000, hasta 50.000 abejas en una colmena cuando ya tiene un nivel de tres", detalla.

Según Sara Cuervo Vega, coordinadora en la península de Yucatán del Consejo Civil Mexicano para la Silvicultura Sostenible, en los últimos años aumentaron los apicultores jóvenes.

Estos buscan alternativas para no tener que emigrar a la Riviera Maya, donde sólo pueden aspirar a trabajos como jardineros, lavaplatos o personal de limpieza por falta de estudios.

De acuerdo con un cálculo del Consejo Civil, las pérdidas por las abejas, la cera y la miel suman un total de unos dos millones 300 mil pesos.

Las primeras investigaciones del Consejo Civil Mexicano para la Silvicultura establecen que en un predio de cuatro hectáreas se fumigó un plantío de chile habanero con fipronil, un químico comercializado bajo la marca Regent 4SC.

El ejido La Candelaria pertenece al municipio de José María Morelos, y allí viven poco más de 400 familias. Las principales actividades económicas de esta población indígena son la agricultura de autoconsumo y la apicultura.

Aunque muchos hablan y entienden el español, su lengua materna es la maya, y según datos del Instituto Estatal de Educación Para los Adultos hay un alto grado de analfabetismo entre la población mayor de edad.

Se estima que un campesino de esta región gana aproximadamente 50 pesos por día, lo que representa ingresos menores a 20.000 al año.

Cuervo explicó que inicialmente los 18 apicultores afectados no fueron atendidos por las autoridades locales y no pudieron interponer denuncias, con el argumento de que la fumigación había sido dentro de un predio particular.

Actualmente este grupo es asesorado por expertos y abogados que los ayudaron a ingresar sus denuncias por escrito y están a la espera de que las autoridades den curso a esos procesos legales.