Los organilleros: un oficio que lucha contra el sol y la lluvia para mantenerse con vida



Guadalajara, Jalisco. 

Uno de los oficios más antiguos del México moderno son los llamados organilleros.

Hombres y mujeres con uniforme y sombrero que a primera vista parecieran carteros, pero que se distinguen por llevar una caja de música que pesa cerca de 30 kilos.

Estos personajes y sus melodías llegaron a México durante El Porfiriato. Se dice que durante la Revolución Mexicana, Pancho Villa contaba con un organillero al cual le incorporaron corridos para levantar el ánimo de las tropas. Es por ello que también se los conoce como los "Dorados de Villa".

El organillero tiene una jornada laboral de 8 horas como cualquier otro trabajador, sólo que estos no cuentan con ningún tipo de prestación ni un salario base. Su sueldo depende de la bondad y generosidad de quienes se ven envueltos con las melodías que suelta la caja de madera con púas y puentes de bronce.

Marícela Martínez es tercera generación de organilleros. Ella pudo dedicarse a cualquier otro oficio, pero el amor por las típicas melodías de este instrumento musical la llevaron a recorrer las calles de la ciudad ambientando los oídos de quienes gustan de sonidos clásicos.

"Trabajamos porque nos encanta nuestra cultura, dar a conocer desde los niños a gente grande, lo que es un organillo: un instrumento pesado, muy melancólico, muy bonito, porque son recuerdos de la gente de ayer que les encantaba y no había otro tipo de música más que esté, que había en los jardines, en las plazas, en los mercados y para nosotros es muy significativo", señaló Marícela Martínez, organillera.

Ese oficio se niega a desaparecer. Actualmente sólo se practica en México, Chile y Argentina. Y en Jalisco quedan sólo 4 familias de 10 que aún llevan las melodías del Cielito Lindo, Las Mañanitas, algunos valses y música típica mexicana.

Su extinción pareciera ser irremediable, puesto que, según Marícela Martínez, las nuevas generaciones no muy apegadas a esta tradición.

"Por desgracia se están perdiendo por lo mismo de que ya no hay tanta cultura con los chicos que ya no saben realmente la historia, pero aquí seguimos, somos ya muy pocos, pero aquí seguimos echándole ganas y dando a conocer nuestro trabajo, la cultura, la música el instrumento que es un organillo muy bonito".

La época de lluvias y de calor son tiempos complicados para los organilleros, pese a que adaptaron la caja musical con un carrito para recorrer las calles, dichas temporadas alejan a las personas de parques y plazas, lo que hace que sus ingresos bajen notablemente.

Marícela tiene que trabajar una jornada de 8 horas y recorrer varios kilómetros para apenas sacar un salario mínimo, y si bien le va, puede llegar a dos. Aun así, el amor que siente por el oficio que su familia le heredó no está en duda y continuará hasta que sus piernas ya no puedan más, pero dejará su caja musical a su hija para mantener la tradición del organillero.

"Bastante tiempo mira entre semana, es muy flojo, lo bueno o que se compone es el fin de semana y pongámosle que lo del fin de semana remuneras los días malos, o sea, se completa, no ganamos muchísimo, pero tampoco muy poco, es dependiendo como le echemos ganas. Yo le invierto 8 o 9 horas dependiendo

-¿Y se tiene el mismo ingreso que en una jornada laboral?

- A veces sí, a veces no, como siempre hay que hacer un guardadito por cualquier emergencia, sobre todo en época de lluvias".

Aunque el organillo sólo tocaba polkas alemanas, a su llegada a México se adaptó para que la música de viento de esta caja musical lanzara melodías típicas de esta nación, pese a que a las nuevas generaciones conozcan poco o nada de este noble oficio, la vieja guardia siempre los ve y escucha con alegría y no duda en dejar un par de monedas para que no desaparezca esta tradición que los mexicanos adoptaron como suya.

"A lo mejor no porque nos den, simplemente con una sonrisa, y explicarles cómo es el funcionamiento, cómo se cuida todas esas situaciones, pero es muy bonito".

Así que ya lo sabe, este oficio no es nada sencillo, requiere de esfuerzo, ganas y voluntad, por lo que si un día le toca ver a una persona girando la manija de una caja de madera que emite típicas melodías mexicanas, no lo dude y coopere para mantener este oficio y que muchas generaciones más puedan disfrutar de estos sonidos.