La indolencia detrás de las montañas de basura
Foto: María Ramírez Blanco




Ocotlán, Jalisco

Pilas de basura sin compactar, vísceras de animales conviviendo con el resto de los residuos al aire libre sin recubrimiento alguno más que los gusanos que hambrientos buscan devorarse todo, en el que alguna que otra jeringa se oculta para después atacar con un piquete a los pepenadores que trabajan en el vertedero, líquidos lixiviados que parecieran petróleo que escurren de las montañas de basura como sudor llegan filtrados hasta el agua de pozo de los habitantes del ejido San Juan Chico, para dejar la esencia de su olor en todo cuanto se le cruce, ropa, trastes, incluso hasta en el cuerpo de los niños, jóvenes y adultos.

Ese es el panorama actual que los habitantes de San Juan Chico viven día con día,  visualizado a través de la ventana del olvido y la violación del derecho humano a un ambiente sano y digno , en el que se impone una enorme torre de todo tipo de desperdicios y visibiliza además de la basura, la negligencia  que las autoridades municipales y estatales han creado con el paso del tiempo, a través de acciones como la falta de compromiso hacia la sociedad.

Ana María García, habitante del lugar, describe cómo siente que el mal manejo del vertedero, así como la cercanía al mismo  y la contaminación del ambiente le afecta a ella y su comunidad:

“Yo soy la que me enfermo más seguido del estómago, ya sabe uno que es por la contaminación, es que de arriba del basurero baja un agua negra muy fea que  desciende y pasa por aquí y termina en el río que está cerca de nosotros. Al prender la bomba para sacar agua del pozo, el agua tiene un olor que no está bien y de ahí uno lava los trastes, las cosas que necesita uno para hacer de comer, la ropa”.

Debido a la falta del servicio de agua potable en el ejido, es que los habitantes crearon pozos artesanales con aproximadamente una profundidad de 20 metros, y en el que describen que con el paso de los años el mal olor que expide el agua se ha hecho cada vez más penetrante, dejando una hedor a huevo podrido, además de partículas extrañas, con la cual lavan los trastes desde los biberones hasta las cazuelas con las que cocinan, lavan la ropa, hacen el aseo de la casa, y se bañan.

Ellos están conscientes que su agua de pozo puede estar contaminada ya sea por la filtración de los líquidos lixiviados o bien por la cercanía al río Santiago, sin embargo, no existe investigación alguna que confirme lo que los pobladores piensan al respecto.

Para María otra habitante más de la comunidad los olores en el aire son los culpables de que los niños se encuentren enfermos de gripe gran parte del año, que se rasquen todo el tiempo por los piquetes de los zancudos que con el tiempo se han vuelto más infecciosos, ya que es más difícil calmar la comezón y el tiempo que dura la roncha es cada vez mayor, además de  los problemas estomacales que están presentes tanto en los adultos y menores por un largo periodo, y que principalmente los niños siempre tengan los ojos lagañosos:

“El olor nunca ha disminuído, como a eso de las 6, 7 de la tarde está un olor en el ambiente que no se aguanta, huele muchísimo, entonces los niños ni dejan de tener infección en los ojos, estómago y los zancudos que no nos dejan en paz”.

Antonio Pérez, dueño de las parcelas que se localizan a tan solo unos metros de las montañas de basura, informó que en su caso el descontrol, mal manejo y desinterés por parte de los presidentes de Ocotlán en solucionar el problema que viene de años atrás afecta la tierra en la que siembra, ya que la filtración de  los líquidos lixiviados en ocasiones han vuelto infértil el suelo por lo que no es posible recibir cosecha, o bien como le pasó hace un año, en el que el desbordamiento de los líquidos lixiviados que pasan por el canal que desemboca al río Santiago dejó sin cosecha un pedazo:

“Desde que se  inició el vertedero y cuando entra temporal de lluvia sucede eso que escurre agua negra del basurero pareciera petróleo, a la cosecha si se mete a la labor se cae la milpa el año pasado se metió a mi labor porque se salió de la zanja y me tiro como 40x40 m2, lo que va por debajo de la tierra se filtra y puede dañar los pozos de agua de San Juan Chico “.

La basura de nadie y de todos

A un mes de cumplir dos años de la clausura parcial del basurero de Ocotlán, impuesto por la Procuraduría Estatal de Protección al Ambiente (PROEPA) por la falta de atención, buen manejo y cumplimiento de la Norma Oficial Mexicana 083, por parte del gobierno de Ocotlán, es que a la fecha los habitantes del ejido San Juan Chico, ubicados a un kilómetro del basurero son los principales afectados.

Habitantes del ejido mencionan no sentir ninguna mejora en el ambiente desde la clausura parcial, esto a pesar de que la PROEPA y el gobierno de Ocotlán señalaron a inicios del año en curso tener un avance del 80 al 90% en el cumplimiento de las medidas correctivas impuestas en enero del 2017, como el tratamiento y control de los líquido lixiviados en una fosa, así como el cubrimiento y compactación de la basura, esto como señala la Norma Oficial Mexicana 083.

En la última entrevista que este medio de comunicación tuvo a finales de enero del presente año con José Rentería González, procurador de la PROEPA, señaló que el último documento que recibió por parte del gobierno de Ocotlán fue el  estudio de la vida útil del basurero, mismo que solicitó como parte de la investigación en curso para la determinación de la clausura, con la finalidad de conocer las condiciones de la tierra, documento que fue entregado el día 29 de junio del 2017, y por cuestiones de que se encuentra en un  procedimiento jurídico sin resolución no ha podido ser público, por lo que se considera información confidencial.

Desde ese mismo mes la PROEPA dejó de recibir los informes que tenía que generar  el municipio con relación a los avances de las medidas correctivas impuestas al momento de la clausura, en enero del año pasado, es decir desde julio a diciembre del 2017.  

Todas estas señalizaciones de incumplimiento a la Nom 083 han sido registradas a lo largo de los últimos dos años desde que el basurero fue clausurado parcialmente. Se solicitó por transparencia los monitoreos así como las bitácoras para conocer el avance que decían tener las autoridades municipales y estatales con relación al vertedero, sin embargo, por ser una investigación en curso no fue posible obtener información, además de que desde el mes de mayo del presente año a la fecha se buscó al procurador de la PROEPA sin tener respuesta alguna, esto con la finalidad de conocer en qué condiciones iba a quedarse el basurero municipal y cuándo es que se pretende dar la resolución definitiva sobre la clausura parcial.

Sin embargo, los registros de vídeo y fotos que en su momento fueron presentados por este medio informativo a inicios del año en curso ante el procurador de la PROEPA, José Rentería González, así como de las propias autoridades municipales en el que mostraban otra realidad a la que ellos se referían en sus monitoreos y bitácoras, se ha agravado con el paso del tiempo, puesto que las cuatro áreas que fueron clausuradas por el mal manejo y estado del mismo, actualmente se encuentran llenas de montañas de basura, sin compactar y sin cubrir con balastre, la presencia de los desechos del rastro municipal conviven con el resto de los residuos al aire libre, sin un lugar en específico y son alimento para los perros y la fauna carroñera que se encuentran en el lugar.

El encargado del área de inspección y vigilancia de la PROEPA, Edgar Aníbal Carreón Gómez, señaló a finales del mes de enero del presente año que en las visitas de inspección realizadas hasta el momento no visualizó la presencia de los desechos del rastro municipal, sin embargo, Flavio Francisco Rodríguez González, quien fue director del rastro municipal puntualizó en noviembre del año pasado que a inicios del 2017 el ayuntamiento de Ocotlán a través de Carlos Casillas se le autorizó para confinar los residuos en el vertedero.

Por su parte el procurador, José Rentería, negó la presencia de estos residuos en el basurero de Ocotlán, pero señaló que de haber ese tipo residuos sin autorización por parte de la Secretaría del Medio Ambiente y Desarrollo Territorial (SEMADET) es que se realizaría una sanción.  

Una de las trabajadoras que labora como pepenadora en el basurero señaló que desde que ya no se encuentra Mario Zavala, quien era el encargado de dar mantenimiento al lugar es que el basurero comenzó a llenarse por todos lados de montañas de basura, incluyendo las áreas clausuradas. Además de puntualizar que el rastro municipal confina los desperdicios de los animales todos los días y que bolsas de basura del hospital son desechadas también en el vertedero.

A casi dos años de la clausura parcial del basurero, ni la PROEPA, ni el gobierno municipal fueron capaces de dar soluciones concretas a la problemática, se escuchó hablar de buscar un nuevo predio pero sólo en el imaginario de los funcionarios, por el contrario los pepenadores del lugar así como los habitantes del ejido de San Juan Chico, señalaron que los malos olores aumentaron así como los problemas de salud entre la población.

Las personas del ejido San Juan Chico ha sido testigos vivos, que sienten, huelen, perciben y son impregnados de la esencia; son la letra viva que no se lee en los documentos presentados por la PROEPA y el gobierno de Ocotlán y que hablan de lo que se esconde detrás de esas toneladas de basura que son desechadas todos los días.

Por María Ramírez Blanco