Ginebra, Suiza.
El mundo debe aprovechar la pandemia, la crisis financiera y los estímulos económicos que vendrán no para reconstruir los sistemas, sino para modelar una economía más verde y centrada en las personas, recomendó hoy el Foro Económico Mundial.
"Esta es una oportunidad no solo para cambiar la velocidad del crecimiento, sino también su calidad y dirección. Tenemos capacidad para construir una economía más centrada en las personas y en el planeta, y esta es una oportunidad que tenemos que aprovechar", declaró hoy Saadia Zahidi, directora ejecutiva del foro (WEF por sus siglas en inglés) al presentara sendos informes sobre los desafíos y oportunidades que plantea la pandemia.
Uno de esos estudios, elaborado en base a la opinión de 350 expertos en riesgos, prevé que aumenten las dificultades económicas y el descontento social si los líderes políticos y las empresas no trabajan de inmediato para paliar las consecuencias de la pandemia.
Entre los principales riesgos que detectan las empresas están el de una recesión global prolongada, altos niveles de desempleo, la llegada de otras enfermedades infecciosas o el que los países respondan a la situación actual con proteccionismo.
También alertan sobre probables restricciones a los movimientos transfronterizos de personas y bienes, el colapso de mercados y dificultades fiscales en varios países.
La bancarrota, la imposibilidad de las industrias para recuperarse, la interrupción de las cadenas de suministro o la susceptibilidad a los ciberataques, debido a una mayor digitalización del trabajo, son otras de las preocupaciones que ha traído consigo la pandemia.
Los expertos piden que la pandemia no nos distraiga de los riesgos a largo plazo que existen, que siguen siendo los mismos de antes y están encabezados por dos: el calentamiento global y el crecimiento de la desigualdad.
La pandemia y los cambios que ha provocado disminuirán en un 8% las emisiones, explica Peter Giger, jefe de riesgos de la aseguradora Zurich, que recuerda que se requiere una reducción de esta magnitud cada año durante la próxima década para lograr los objetivos medioambientales.
"La sostenibilidad global futura puede tomar forma con las decisiones que se tomen hoy", afirma, y advierte que es un riesgo centrase en la reconstrucción inmediata ignorando otros riesgos mayores, como el climático.
Pese al sombrío panorama económico, el WEF insiste en que este es el momento no para reconstruir, sino para mejorar lo que ya teníamos.
Por su parte, Ngaire Woods, decana de la Escuela de Gobierno Blavatnik, de la Universidad de Oxford, detecta tres grandes preocupaciones inmediatas: el acceso a las vacunas y tratamientos y cómo hacer frente a la crisis de salud pública, la necesidad de relanzar las economías y el riesgo de que los países se encierren en si mismos ante esta situación.
El nacionalismo xenófobo, advierte, va a intentar dirigir las respuesta a la crisis hacia una narrativa de enfrentamiento entre naciones y de aislamiento, en un momento en el que "no necesitamos, no podemos permitirnos más conflictos".
Zahidi resalta que la COVID-19 está mostrando actitudes valientes de los gobiernos, como por ejemplo condicionar sus ayudas a empresas que estén en paraísos fiscales, o exigir que estas se empleen con factores sostenibles o verdes.
"Los gobiernos tienen ahora la oportunidad de determinar si las economías van a ser más verdes o más marrones, más iguales o más desiguales. Pueden decidir a qué industrias se les da el apoyo que no tenían antes, qué sectores reciben inversiones que antes no recibían", detalló.
"El reto no está en reconstruir, sino en construir mejor", cree Giger, que sugiere como ejemplo que a lo mejor no hay que hablar solo de cómo hacer el transporte más sostenible, sino también de cómo hacer para usar menos el transporte, especialmente ahora que se ha demostrado que podemos vivir con mucho menos desplazamiento humano.
La inversión en salud y en los sistemas educativos será también fundamental para ajustar las necesidades laborales a las de la industria, teniendo también en cuenta que la pandemia ha revelado cuales son los empleos esenciales: los cuidados, la salud, la educación, la tecnología y otras muchas labores que, precisamente, estaban infravaloradas.
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