En un kibutz arrasado, la imprenta vuelve a vivir
La imprenta en Beeri, una comunidad israelí que sufrió una de las peores atrocidades de Hamas el 7 de octubre, ha vuelto a funcionar en un pequeño paso hacia la recuperación. (Foto de Aris MESSINIS / AFP)




Kibbutz Beeri, Israel.

Tras el horror del 7 de octubre, es como un símbolo de regreso a la normalidad: en el kibutz israelí de Beeri, en el que más muertos dejó Hamás, la imprenta ha vuelto a echar a andar.

Esta comunidad del sur de Israel, a menos de 5 kilómetros de la Franja de Gaza, contaba con 1.200 habitantes. Pero de estos, cerca de 90, incluyendo niños, murieron en el ataque de los islamistas.

Además, se desconoce el paradero de otras 30 personas, en su mayoría rehenes en territorio palestino.

Un mes después del ataque los comandos de Hamás, que gobierna en la Franja de Gaza, las huellas de la violencia persisten, como atestiguan casas devastadas y manchas de sangre que todavía no se limpiaron.

Más de 1.400 personas fueron abatidas del lado israelí desde el 7 de octubre, principalmente civiles, según las autoridades israelíes.

Naor Pakciarz, de 45 años y residente en el kibutz desde el año 2000, se detiene varias veces mientras va dando un paseo.

"Aquí mi mejor amigo fue asesinado con su hija de 9 meses y aquí murió mi padrastro", explica.

En cambio, la imprenta -de la que es uno de los directivos- se salvó. "Sólo recibió cinco balas. Los comandos de Hamás seguramente vieron que no había nadie dentro porque era sabbat (día de descanso semanal de las personas de confesión judía), y siguieron camino", detalla.

"Pero si hubieran sabido lo que representa, probablemente la habrían quemado", añade.

La imprenta de Beeri, fundada en 1950, es la más grande de Israel. Cuenta con 400 empleados, entre ellos 150 miembros del kibutz, lo que la convierte en una de las mayores empresas de la región.

Allí se imprimen los permisos de conducir, facturas y otros documentos oficiales. "Es el corazón del kibutz", apunta Pakciarz.

Ejemplo de éxito 

El establecimiento solo cerró una semana, indica, orgulloso, el hombre. El trabajo se reanudó cuando aún no se había enterrado a todos los muertos y se seguían descubriendo nuevas víctimas.

"Al principio éramos diez trabajando, pero dos días después pasamos a ser 20. Hoy funciona al 80%. Rápidamente nos preguntamos cómo podíamos volver a ser un ejemplo de éxito y no una historia triste. Queríamos levantar cabeza", continúa.

Una decena de empleados, entre ellos el director financiero, fueron asesinados el 7 de octubre. Pero un centenar de trabajadores regresaron al lugar y otros cien, evacuados del kibutz, laboran desde los hoteles donde fueron realojados.

Pakciarz recuerda la "emoción" que sintió al regresar. "Fue un buen día. Nos dio esperanza", relata.

Ella Shalom, una de las secretarias, se reincorporó el 18 de octubre. "Volver al trabajo, intentar recuperar una apariencia de vida normal, es fundamental para la salud mental", afirma la mujer, de 44 años.

"Estamos ocupados y no tenemos tiempo de seguir las noticias", subraya.

La reapertura de la imprenta inspiró a otras empresas de la región, según Pakciarz.

"Pensaron que, si los miembros del kibutz Beeri volvían al trabajo, ellos tenían que hacer lo mismo. No tenían excusa" para no hacerlo, cuenta.

A principios de noviembre, los miembros del kibutz también retomaron el trabajo en el campo, incluida la cosecha de mangos y aguacates (paltas).

Pero Pakciarz no cree que vaya a reinstalarse en Beeri en un futuro próximo.

"Si la situación sigue siendo la misma, si Hamás sigue en el poder en Gaza, no volveré a vivir aquí con mi esposa y nuestros cuatro hijos", destaca.

Desde Beeri se oyen los bombardeos israelíes en la Franja de Gaza. El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, prometió "aniquilar" a Hamás.

  • Desde el ataque del 7 de octubre, Israel bombardea la Franja de Gaza. Según el Ministerio de Salud del gobierno de Hamás, la guerra dejó más de 10.500 muertos en este territorio, en su mayoría civiles.