El francés Pierre Marchand llega al Circo Tihany en Guadalajara para presentar su acto del diábolo
Circo Tihany. Foto: María R.




Guadalajara, Jalisco.

El artista francés Pierre Marchand quién desde su infancia maneja el diábolo, un juego de malabar que tiene su origen en el año 300, se integra al espectáculo del Circo Tihany en Guadalajara para sumar una pizca de magia al interior de la carpa.

Durante los próximos tres meses los asistentes van a ser testigos de que la magia existe y quienes la crean son personas que con su cuerpo hacen cosas extraordinarias que no cualquier humano logra hacer.

Un ejemplo son las manos de Pierre Marchand que se mueven con rapidez para hacer girar el carrete sobre una cuerda sujeta por dos palos manejados por él mismo. Carrete que vuela por el aire hasta alcanzar una altura de cinco metros y que vuelve a caer sobre la cuerda para seguir en balance de izquierda a derecha, arriba y abajo.

 

Pierre Marchand detalla cómo fue su acercamiento con el diábolo y sobre la inspiración de su espectáculo que comparte con el alma y el cuerpo por primera ocasión en Guadalajara y México:

“Desde los 7 y 8 años siempre me ha apasionado el diábolo, tenía energía para eso. Mis padres me metieron en un circo en París en Francia, donde aprendí la técnica del diábolo, acrobacia y danza. Fue así como formé este acto que ya tiene más de 25 años”.

Pierre Marchand dijo creer en la magia y en el trabajo que hace el Circo Tihany con quien colabora desde el 2015. Describió que el ADN del circo es justamente: la mágica, y cada participación, cada acto tiene un destello de eso que asombra al público y lo hace decir ¡wow!

El Circo Tihany llegó a Guadalajara en mayo y es la séptima ciudad de México en la que instala su carpa para celebrar los 70 años de su fundación.

Desde que las personas ingresan a la carpa, la magia está presente, en los colores, en las luces y una vez que inicia el espectáculo el asombro no desaparece. Durante dos horas, el show conformado por más de 40 artistas de 14 países sumerge al espectador, desde el más pequeño, hasta el más grande, a un mundo donde lo extraño, lo imposible y la belleza conviven entre sí.

El ilusionismo dirigido por Romano García hace que la cabeza de los asistentes explote, y que se cuestionen constantemente ¿Cómo lo hizo? Por ejemplo de cómo desaparece una mujer que ingresa a una caja y que posteriormente en su lugar aparece un hombre. También el típico truco del sombrero del cual salen infinidad de objetos.

Otra de las intervenciones es la de los acróbatas que se balancean de un lado a otro para salir volando hasta caer en una sábana sostenida por otros de sus compañeros. Y el de las contorsionistas originarias de Mongolia que asombran con su elasticidad, fuerza y delicadeza. Así como las bailarinas que con sus vestidos pomposos y alusivos a los años 20 deleitan al espectador.

Es un show intercultural que conecta a los asistentes con otras culturas y con la magia emanada del talento de las mujeres y hombres que le dan vida al Circo Tihany.


María Ramírez Blanco