El Análisis | Una trilogía para liderar




Ocotlán, Jalisco

En toda actividad grupal es poderosa la influencia que ejerce la serenidad, el orden y el sacrificio. Dicha trilogía garantiza la vivencia del liderazgo. A la acción del equipo no la perturba ningún interés ajeno. Decididos a lograr el mejor de los resultados, se cobijan bajo el sosiego del ánimo calmo durante el movimiento. ¿Es compatible esa tranquilidad con el pleno hacer?, sí lo es. Al estar seguros de lo que quieren, construyen la paz del andar. En un juego durante una competencia deportiva el equipo que sale a la cancha, con la profunda convicción de que lo preparado traerá la victoria, es capaz de dominar la ansiedad que pueda tener el rival. Y con el ánimo apacible tiene un plus determinante para poder ganar el partido. 

Los pases más sencillos son los más importantes, me enseñó un maestro. Para ser realizados necesitan de la inteligencia al obrar. El pase se transforma en la conexión entre los miembros del equipo, ahí las personas se sienten útiles, valiosas; es el momento en donde la pelota se comparte. Se traslada. Esa circulación genera opciones de juego, le da dinamismo y velocidad al trabajo. En un gran ritmo se puede jugar de manera imperturbable. Las personas líderes conviven con el sosiego de espíritu y juegan de esa forma. No se dejan perturbar. 

El liderazgo se debe cuidar, cultivar, profundizar. No existe la comodidad que reposa en los trofeos pasados. El pase exige vigencia, paz, traslado constante en busca del objetivo. Cuando se juega el estado de ánimo se siente, se palpa en cada participación individual y grupal.  Lo sereno radica en el interior y se manifiesta con hechos. Para liderar hay que estar lúcidos en cada pase, en cada decisión, en toda ocasión; se tenga o no la pelota en nuestro poder, igual hay que moverse inteligentemente, con la sabiduría de la lectura del juego, para poder recuperarla y avanzar hacia el arco que está enfrente. 

A los efectos de liderar hay que colocarse en el lugar correcto para poder participar del juego, para beneficiar al equipo, para facilitar el trabajo, para influir desde nuestra posición en la sociedad, dado que la misma se transforma en nuestro campo de acción. 

Las funciones dentro del equipo requieren de orden. Cada uno puede desplazarse en su sector y así crear el engranaje vencedor. No podemos cubrir todos los espacios desde nuestra ubicación aunque sí es posible cuidar los que están en nuestro radio funcional. El central es central y el delantero es delantero, cada cual lidera cuando se ordena y ayuda a ordenar al equipo. La sociedad de ambos garantiza el éxito. Los líderes al entender perfectamente el juego se multiplican con la proyección del otro, se hacen fuertes cuando el otro es fuerte. El imán colectivo funciona desde el segundero del reloj, entonces en la jerga se utiliza el término rachas y todo sale bien. En realidad ese andar ganador es producto del sacrificio. Lo sereno y lo ordenado está garantizado cuando el sudor está presente. El dolor del esfuerzo tiene su premio, la satisfacción de honrar la vida desde el trabajo grupal es un obsequio existencial. 

Por Marcelo Pedroza