El Análisis | Imágenes
Cortesía




Ocotlán, Jalisco

Se puede elegir vivir con palabras motivantes. Sus efectos son maravillosos. Es significativa la utilización de cada una. Ellas viven creando consecuencias. Así lo es. El lenguaje está a disposición de quienes quieran usarlo. En las relaciones con los demás podemos encontrar las palabras que nos identifican, que nos unen. Somos finalmente los artífices de aquello que decimos. 

Es posible elegir vivir con imágenes productivas. En la libertad para crear las mejores imágenes puede realizarse una alianza poderosa con la memoria y con las palabras. Atesorar valores en imágenes. Un juego, un encuentro, un diálogo, un sonido, un abrazo, un color, un paisaje, una mirada, un mensaje, un momento, todo puede ser vivido, todo puede ser imaginado. Una victoria se piensa, se imagina, se prepara, se trabaja, así la imaginación se traduce en acción cotidiana. 

Lo visual nos regala una imagen. Las percepciones nos regalan imágenes. Los sentidos nos regalan imágenes. En esos obsequios las palabras hacen lo suyo. En nuestro interior viven las imágenes, son imágenes mentales que construimos. Esas imágenes facilitan el acceso a las palabras, a esas que estimulan el andar, que alientan el paso actual, que proyectan lo que vendrá. Por lo tanto, podemos utilizar las imágenes para esbozar nuestras metas. Imágenes a nuestro alcance, imágenes posibles. Imágenes vividas e imágenes por vivir. 

Las imágenes necesitan su tiempo de creación. Pensarlas requiere compromiso y creatividad. Sostenerlas exige dedicación. Aplicarlas es vivificar la naturaleza de lo grato.

Las imágenes tienen su momento. En su estadía mental le dan la bienvenida a lo imaginado y se enfocan en lo que trae consigo, dando lugar a una secuencia indescriptible de visiones constructivas. 

Las imágenes invitan a involucrarse en el entorno. Imágenes individuales que construyen lo colectivo. Elecciones conjuntas de escenarios de bienestar. Pensamientos en imágenes positivas, generando lindas imágenes que atraen palabras y hechos. 

Por Marcelo Pedroza