Ocotlán, Jalisco
Adrián Ponce Morales es estudiante de la Licenciatura en Negocios Internacionales en el Centro Universitario de la Ciénega (CUCI) de la Universidad de Guadalajara; éste, lamentablemente, desapareció desde el 31 de julio de 2019.
La última comunicación que tuvo con su familia ocurrió cuando éste se encontraba en el municipio de Mexticacán en la Región Altos Sur del estado de Jalisco; hoy se sabe que el joven si logró adentrarse al estado de Zacatecas; sin embargo, ninguna autoridad está realmente haciendo lo necesario por encontrarlo.
En el primer día de clases del calendario 2019 B, decenas de sus compañeros salieron a marchar en Ocotlán, sede central del CUCI, bajo las consignas: “¡Exigimos más seguridad!”; “¡Queremos respuestas!”; “¡No queremos más estudiantes desaparecidos!”; y “¿Dónde está Adrián?”. El destino final de la manifestación, que también fue convocada por la Federación de Estudiantes Universitarios (FEU), fue las oficinas regionales de la Fiscalía General de Jalisco.
A través de la cobertura que la periodista Dalia Souza realizó para ZonaDocs, fue posible saber que familiares de Adrián fueron atendidos por Blanca Trujillo, titular de la Fiscalía Especializada en Búsqueda de Personas Desaparecidas; sin embargo, ésta no ofreció respuestas certeras sobre las acciones periciales que estaban realizando para localizar al joven universitario; sin embargo, lo que sí les recomendaron fue “mantener discreción y sigilo para no entorpecer la labor de la Fiscalía”.
En México, de acuerdo con los datos del Registro Nacional de Personas Extraviadas o Desaparecidas (RNPED), el 41% de todas las víctimas de desaparición son jóvenes entre los 14 y 29 años; en Jalisco, esta estadística ronda el 38%.
¿Por qué desaparecen más jóvenes? ¿A quién o quiénes les resulta redituable la desaparición de un joven? Diversas investigaciones periodísticas han dado cuenta que muchos de “los desaparecidos que aparecen” permanecieron privados de su libertad realizando tareas forzadas que van desde el sicariato, la vigilancia, el trabajo sexual, la siembra de marihuana y amapola e, incluso, la producción de mentafetaminas.
Se les desapareció para ser usados, para usar su fuerza en la operación de la gran maquinaria que es hoy en día el crimen organizado en México; desde luego que nada de esto sería posible si no existiesen autoridades que son omisas en su tarea de bridar el derecho humano a la seguridad, ya que no pueden existir desaparecidos sin que existan personas que ejecuten la desaparición.
De ahí que no es cosa menor que decenas de estudiantes del CUCI hayan tomado las calles para exigir seguridad, justicia y la aparición con vida de Adrián. De acuerdo al RNPED, 45 personas son oficialmente reconocidas como desaparecidas; sin embargo, la información que la propia Fiscalía General de Jalisco ofrece a través de su Unidad de Transparencia, el número de personas desaparecidas en este municipio es de más de 100.
Incluso, en el propio CUCI existe otro estudiante desaparecido: César Ulises Quintero García, quien desapareció el 4 de agosto de 2017 a los 19 años de edad en el municipio de La Barca, Jalisco. Esto significa que esta comunidad no estará completa en tanto Adrián y César Ulises no puedan regresar a la universidad a concluir sus estudios universitarios.
Que el ímpetu que sacó a las calles a decenas de jóvenes para exigir la búsqueda y presentación con vida de Adrián no cese; al contrario, que abrace también la búsqueda de César Ulises y la de los más de 100 desaparecidos de este municipio.
Todos y cada uno de ellos, nos hacen falta a todos.
Por Darwin Franco
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