“Donde existe una necesidad hay un trabajo”




Por Luz Atilano

Desde hace cerca de 23 años el señor Héctor Manuel Isasi se dedica de lleno al comercio, al que define como ambulante, pues comparte, es él quien se traslada por todo el centro de la ciudad para hacer llegar su producto a oficinas y locales, donde siempre los esperan sus clientes frecuentes.

«Me dedico al comercio, comercio ambulante se podría decir… tengo mi local pero voy a as oficinas, a los comercios a ofrecer mi producto. Yo lo que vendo es chocolate caliente, churritos, jugos, arroz con leche, pay de queso, galletas y en su defecto también chocomiles. Yo inicio mis labores a las seis de la mañana, salgo a vender poquito antes de las nueve. Terminamos como a eso de la una, una y media, para volver a retomar a las seis y terminamos a las ocho, ocho y media».

Esta jornada la emprende día a día a día, preparando todo lo que él mismo produce desde muy temprana hora. A la hora de la venta, inicia su recorrido con una canasta en mano, hieleras y sus termos para mantener calientes las bebidas de temporada. Se le puede ver constantemente, siempre ofreciendo un buen servicio y mostrando una cara amable a sus clientes.

Sobre el origen de su negocio, el señor Héctor Manuel comparte que luego de trabajar en varios establecimientos (en una casa de cambio, en una mercería, entre otros), decidió tomar en cuenta uno de los consejos de su abuelo: rentar un local y así convertirse en su propio jefe.

«Mi abuelo se dedicaba a los chocomiles y él me decía que la mejor manera de poder tener un mejor ingreso es siendo su propio patrón. […] Estuve trabajando en el negocio de mi suegra, que era una mercería, ahí duré cinco años pero yo traía la inquietud de yo tener mi propio negocio… entonces inicié en 1996 decidí separarme de con ella y este local donde estoy lo iban a dejar, me comuniqué con la persona y me hizo el favor de platicar con los dueños del local y afortunadamente me lo rentaron. Te estoy hablando de que son 23 años en esta labor, vendiendo», comenta.

Inició instalándose en un pequeño espacio inmediato a la plaza del IV Centenario, pero con el paso de unos cuantos meses y ante los bajos ingresos, optó por salir a la calle:

«Yo inicié los primeros meses aquí en el local pero desafortunadamente no salía lo que yo necesitaba porque en ese entonces yo tenía que pagar una casa, mi hija la más pequeña estaba recién nacida… gastos que no podías prescindir de ellos, necesitaba buscarle. Opté por hacer productos y salir a la calle a ofrecerlos, más que esperar a los clientes. Y afortunadamente me resultó y hasta la fecha me mantengo así. Si te fijas es un local que parece más bodega que un negocio en forma».

Su recorrido varía día con día, no siempre es igual, y esto con la finalidad de ofrecer a todos su servicio durante el desayuno, la hora buena para las ventas. Para el señor Héctor Manuel, la clave está en ofrecer un producto de calidad, un buen servicio y ser persistente y constante.

«Unos días empiezo por la parte de abajo, que es la Presidencia municipal, que es Catastro, lo que es Registro Civil… y otros días empiezo por lo que es el Mercado, lo que es las calles hacia arriba y hacia los lados hasta llegar al Mercado Chico, las calles aledañas como es la Constituyentes, la Agustín Rivera, la Juárez, Francisco I Madero, 5 de Mayo, hasta llegar a la Aldama… entonces afortunadamente de repente hay personas que tienen mi teléfono y me piden algo y pues yo voy y se los llevo (pero) trato de no alejarme mucho de donde yo preparo mis cosas porque eso me quita tiempo y pierdo venta».

Además, comparte que este trabajo se le acomoda perfectamente, pues lo que más le gusta es tratar a la gente y andar en la calle. Se trata de un trabajo que realmente disfruta y que como plus lo mantiene en forma a sus 49 años. “Donde existe una necesidad hay un trabajo”, comenta, y esa es su motivación diaria.