CARACARA COMÚN: UN FALCÓNIDO TAN BELLO COMO OPORTUNISTA




Por Roberto Castelán López

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El caracara, conocido también como quebrantahuesos americano, es un ave sumamente rara por su morfología y ecología. Es el miembro más extraño de la familia de los falconidos, ya que su aspecto y sus hábitos son diferentes a los de un halcón estándar. De hecho, si uno lo observa ya sea volando, perchado o en el suelo, y no tiene mucho conocimiento acerca de aves, estará en duda si clasificarlo como un águila, un zopilote, o la combinación de ambos.

Caracara cheriway es la especie presente en el estado de Jalisco y tuvo problemas con su taxonomía hace unos años, debido a su similitud con otras especies del mismo género. Sus extremidades posteriores son largas y amarillas; el pico, la cabeza y el cuello también son largos. Aunque su cuerpo es relativamente robusto la coloración varía entre adultos y juveniles. Los adultos tienen la cresta, el vientre y los muslos negros. El cuello es blanco y la región entre el pico y la cara de un naranja muy fuerte. La cola es rectangular y delgada, muy diferente a la de las águilas que es redondeada, se destaca del resto del cuerpo por ser blanca con las puntas negras. En los juveniles la región ventral y dorsal es café.

Fotografía de Roberto Castelán Rueda, Caracara

El caracara llega a medir hasta 60 cm de longitud y alcanzar una considerable envergadura de 120 cm, similar a la de los zopilotes que habitan también en esta región alteña.

En la región de los Altos de Jalisco, incluido por supuesto Lagos de Moreno, es bastante más frecuente que en otros lugares del estado, ya que prefiere las zonas agrícolas o semidesérticas asociadas a los grupos de zopilotes de las dos especies. Sus hábitos alimenticios son variados, y es básicamente un oportunista: si tiene la posibilidad de cazar una presa fácil lo hará.

A diferencia de las águilas, vuela bajo en busca de presas terrestres como mamíferos o reptiles y los ataca por sorpresa matándolos en el piso. También, puede rascar el suelo en busca de animales enterrados o robar huevos de tortuga o de otras aves. Sin embargo, también es conocido por juntarse con grupos de zopilotes para identificar carroña y compartirla con estos. En los alrededores de la mesa redonda, este es el método de obtención de alimento más común de esta especie.

Fotografía de Roberto Castelán Rueda, vuelo al ras del suelo

El nombre caracara se lo otorgaron los indígenas de América del Sur, y alude al sonido que este hace durante el cortejo. Realizan sus nidos en sitios altos, inclusive en los cactus más grandes, y pueden ser reutilizados varias veces por diferentes individuos.

Ponen de dos a tres huevos marrones con manchas oscuras, y tanto hembra como macho los incuban hasta los 30 días que es cuando eclosionan. Una vez nacidas las crías son alimentadas por sus padres hasta que pueden realizar el primer vuelo después de las siete semanas. Se juntan en grupos pequeños que pueden ser familias o vecinos, y como ya lo comentamos, por beneficio propio se pueden unir también a las congregaciones de zopilotes.

Fotografía de Roberto Castelán Rueda, festín con zopilotes

Respecto a la observación, es más fácil avistarlos cerca de las carreteras o en los caminos alejados de la ciudad, pero también pueden sobrevolar sitios urbanizados o en cualquier lugar dónde puedan obtener comida fácil.

En lugares poco perturbados por el hombre, se sienten igual de cómodos en el aire o en el suelo, por lo que para buscarlos no solo hay que mirar hacia arriba. Su estrategia de vuelo es igual a la de las águilas de gran tamaño y zopilótes, utilizando las corrientes de aire caliente para ganar altura y desplazarse sin esfuerzo. Sin embargo, cuando vuela bajo, se le puede reconocer por su aleteo amplio y brusco. Es sin duda, un ave muy interesante a la que se le puede observar todo el año.