Diminutivos, atenuadores y eufemismos, forman parte de la identidad lingüística mexicana
Fotografía: Gustavo Alfonzo




Guadalajara, Jalisco.

Solo en México se describen cien hectáreas como “un terrenito”, o todos los meseros son jóvenes, o se usan hasta once palabras para pedir algo que en otros países se solicita con máximo cuatro.

Diminutivos, atenuantes o frases cortesanas, forman parte de la identidad lingüística mexicana.

Así lo señaló la doctora Concepción Company, lingüista y filóloga al impartir la conferencia magistral "La gramática en la construcción identitaria de los mexicanos", en el marco de la Cátedra Latinoamericana Julio Cortázar.

"Hay un efecto de amortiguación de lo comunicado: sea por humildad, sea por afecto, sea por respeto, sea por ejes diversos pero lo cierto es que los mexicanos decimos: la gordita, así pese 120 kilos. O el muertito, siempre con respeto. Se vela un muertito. Y el mexicano puede decir que tiene un terrenito, aunque en realidad sean cientos de hectárea. Por humildad. Y el ahorita que quizá nunca llega, o cuando una madre le dice al chamaco ahoritita, más vale que lo haga porque al chamaco le irá mal. O un segundito, somos capaces de disminuir el tiempo, o las modalizaciones: tantito, que tanto es tantito".

En el Paraninfo Enrique Díaz de León, Company, dijo que existen dos grandes ejes de la identidad gramatical del mexicano: la atenuación y la afectación.

"Entonces el modo normal de pedir las cosas es: disculpe no sería tan amable de regalarme un vaso de agua. Te lo van a cobrar igual. Y ese es otro de los mecanismos de atenuación, la resemantización. O Lo molesto con la cuenta. Eso deja a todos los extranjero con el ojo cuadrado. ¡Que molestemos al mesero! Joven: y además todos los meseros son jóvenes, es un eufemismo. Es el colmo de la cortesía".

La lingüista e investigadora emérita del Instituto de Investigaciones Filológicas de la UNAM también se refirió al uso del adverbio "No".

"Cuando un mexicano quiere decir no, dice: Déjeme ver, déjame pensarlo. Y cuando un mexicano dice: yo le llamo, es no me esté molestando. Es decir: somos una cultura de cortesanía de atenuadores y no usamos "no", tan no usamos "no" que los diccionarios de mexicanismos inician con frases que son amortiguadores: no hay cuidado, no hay tos, no hay bronca, no me dura pal arranque, y por supuesto puede incluso tener valor positivo: no cantar mal las rancheras, es que hago se hace bien y No que no: es que sí”.

Ante tal contexto, la especialista reflexionó:

Habría que repensar desde la Secretaría de Educación Pública federal o estatal, correspondientes, como debemos enseñar español para tener ciudadanos seguros de sí mismos y exitosos.