Yarmuk, Siria.
A un centenar de metros de su casa en ruinas, Abdalá el Hareth coloca el caballete delante de un paisaje apocalíptico, en pleno corazón del barrio de Yarmuk, en Damasco, devastado por años de combates.
Este joven de 21 años forma parte de un grupo de 12 estudiantes de Bellas Artes que durante una semana intentaron plasmar en lienzos los años de sufrimiento causado por la violencia y un asedio implacable.
Yarmuk, el campo de refugiados palestinos más grande de Siria, se ha convertido con el tiempo en un barrio de Damasco.
En mayo, las fuerzas del régimen del presidente Bashar al Asad se lo arrebataron a los yihadistas. Otrora controlado por los rebeldes, el barrio había caído en 2015 en manos del grupo Estado Islámico (EI).
"Se me puso un nudo en la garganta cuando volví al campamento", declara Hareth, oriundo de Yarmuk como otros estudiantes que participan en esta iniciativa organizada a mediados de agosto por una oenegé local.
"Al comienzo, no conseguía dibujar. Pero me di cuenta de que cualquier destello de vida entre tanta muerte era una victoria", dijo.
En medio de edificios derruidos, los jóvenes pintan con colores y lápices.
La desolación genera una creatividad ecléctica. En algunos cuadros los colores son chillones, en otros sombríos. En uno predomina el gris y se entreven los rasgos de un hombre.
- "La vida renace" -
En el cuadro de Hareth, terminado en tres días, un niño parece salir de la tierra con una manzana roja en las manos.
"Es en alusión a la vida que renace. Presencié una escena en la que unos niños que llevaban manzanas jugaban en antiguos terrenos de guerra", explica el artista.
La guerra en Siria ha causado más de 350 mil muertos y millones de desplazados desde 2011.
Antes del comienzo de la contienda bélica, el campamento de Karmuk albergaba a unos 160 mil refugiados palestinos, además de sirios, según la Agencia de la ONU para los Refugiados Palestinos (UNRWA).
En 2012, combates entre rebeldes y fuerzas del régimen forzaron la huida de unas 140.000 personas, según la ONU. El régimen impuso después un asedio implacable, dejando a miles de personas en la miseria.
Después de que el ejército reconquistara el campamento, la asociación caritativa "Nur" ("luz", en árabe) lanzó la iniciativa artística "hierba".
"La vida renace en medio de los escombros, como la hierba que crece entre las rocas", afirma un responsable de la oenegé, Mustafá Abu al Jad.
Hinaya Kebabi, de 22 años, decidió pintar a un niño que perdió un ojo y disimula su herida con una hoja en la que hay un ojo dibujado.
Los lienzos están expuestos desde el 18 de agosto en la entrada de este barrio completamente desértico.
- "¿Provocación?" -
Uno de los cuadros representa a un hombre esquelético, acurrucado, en alusión al sufrimiento físico y psicológico de los habitantes.
Algunos internautas consideran "provocadora" esta iniciativa y la critican en las redes sociales.
"El campamento no es un lugar romántico o un espacio para el dibujo. Es un lugar de dolor y sufrimiento", protesta Abir Abasiye, de 28 años, que vio fotos de la exposición en la red.
Se queja de que los habitantes no están autorizados a volver a sus casas "como estos pintores que han podido entrar en el campamento y dibujar".
Mohamad Jalbut, oriundo del campamento y uno de los responsables del proyecto, defiende la iniciativa. "Todos tenemos casa aquí", responde. "Personalmente, no he vuelto a ella y ni siquiera he podido ver cómo está. Pero a través del arte intentamos al menos infundir un poco de vida a este lugar".