Ámsterdam, Holanda.
Tumbas que son a la vez huertos, tapas de féretro con mesas de juego y bloques de construcción "funerarios" para niños son algunas de las últimas tendencias para lidiar con la muerte.
Más de 3 mil 500 personas visitaron una reciente exposición en la céntrica iglesia Westerkerk de Ámsterdam, entre ellos muchos curiosos, personas que deseaban rendir un homenaje fuera de lo común a un allegado y hasta aficionados a lo macabro.
La oferta abarcaba novedades como una urna impresa en 3-D que reproduce los rasgos del difunto o un bastón hueco para rellenar con las cenizas y dispersarlas con solo apretar un botón. ¿El pequeño extra? Registra las coordenadas GPS del lugar exacto donde reposa el ser querido.
Pero lo que más atrajo a los visitantes fueron los pequeños ladrillos de plástico que permiten a los más pequeños construir su propio ataúd, su crematorio con llamas falsas o una tumba tradicional.
Lejos de ser un juego macabro, pueden cumplir un papel esencial, señala Richard Hattink, terapeuta infantil especializado en el duelo.
"A menudo los niños no entienden el proceso funerario, ni lo que ocurre durante un entierro. Utilizar estos bloques ayuda a incluirlos en el proceso de duelo". Por eso confeccionó meticulosamente unas figuritas usadas en algunos crematorios o pompas fúnebres.
- Una tumba huerto -
¿Desea rendir homenaje a un abuelo aficionado a la jardinería o simplemente rentabilizar la superficie ocupada? La tumba huerto es para usted.
Esta sepultura de hortalizas, hallazgo del organizador de la muestra Peter van Shaik, interesa particularmente a los holandeses que suelen carecer de zonas verdes en las ciudades.
Las plantas se cultivan en macetas autónomas por encima de la tumba, lo que evita cualquier riesgo de contaminación, garantiza Van Schaik.
En cuanto a los ataúdes, hay para todos los gustos: los más lúdicos, recubiertos por una mesa de tejo u otros juegos, otros en forma de botas de tacos para los deportistas, etc.
Sin olvidar el féretro por correspondencia para los manitas, en piezas sueltas, para montar por los allegados del difunto. "Es un ataúd fácil de armar, tipo Ikea", subraya su conceptor Dingco Geijtenbeek, refiriéndose al fabricante sueco de muebles.
- 'Celebrar la vida' -
Todo para complacer a los visitantes que buscan un entierro original pero también a los que parecen tener una extraña fascinación por lo relativo a la muerte y las prácticas funerarias.
"Tenemos un interés particular por las tumbas y la manera cómo se entierra a la gente", reconoce Ybert Gerritsen, de 44 años y originario de Almere, en el centro de los Países Bajos. "Dimos con esta exposición y nos dijimos: 'es interesante... ¡vamos a echar un vistazo'".
Más allá de la muerte, este salón fúnebre trata ante todo "de la vida, cómo se celebra y cómo se despide la vida", asegura el organizador Van Schaik. Todos estos productos de último grito representan "la personalidad de uno y la manera como quiere que le recuerden [...] Son cosas que uno hacía cuando estaba vivo, por lo que no es para nada macabro".
Para él, la muerte no debería ser algo triste. "Esta exposición muestra que la muerte puede celebrarse en lugar de llorarse", dice. "Después de todo, es lo que no espera a todos y cada uno de nosotros".