Abiyán, Costa de Marfil.
A primera vista, parece un concurso de belleza normal: candidatas que recitan respuestas ensayadas, un escenario, un jurado... salvo que en este, organizado en Costa de Marfil, todas las participantes tienen alguna discapacidad.
Una, ciega, está acompañada de un guía; otra camina con una muleta, y otra se contonea sobre su calzado ortopédico, con una suela compensada de 15 centímetros. Cada una con una discapacidad distinta pero todas en liza por el título de Miss Discapacidad.
Las diez candidatas se exponen a las miradas ajenas con gran valor, en un continente en el que la discapacidad suele tener más rechazo que en el mundo occidental.
"Todas las chicas con discapacidad, como yo, que están en su rincón, que no se atrevan a mostrarse [...] a partir de este concurso, podrán tener por fin la valentía y la fuerza de presentarse. La discapacidad está en la cabeza, hay que afrontar las barreras y todo irá bien", asegura la premiada de 2018, Luku Getheme, una estudiante de 25 años, con una minusvalía en una pierna desde que era pequeña.