Washington, Estados Unidos.
La primera vez que Ingrid Vaca vio "Roma", sola en su casa en Virginia el día de Año Nuevo, no podía parar las lágrimas: la historia de Cleo, la empleada indígena de una familia mexicana en los años 1970, era también la suya.
"Me gustó porque muestra el amor que damos, porque el nuestro es un trabajo de amor", dice a la AFP, tras volver a ver la película en una proyección organizada por la Alianza Nacional de Trabajadoras del Hogar (NDWA en inglés) y Participant Media, coproductora del film.
A Ingrid se le quiebra la voz al recordar a los muchos hijos ajenos que cuidó como propios en sus 18 años como empleada doméstica en Estados Unidos. "Con la escena de la playa sentí que estaba con los niños conmigo. Así me abrazaban. Se me pegaban como a Cleo", cuenta.
Madre sola e indocumentada, Ingrid llegó de su natal Bolivia decidida a darle un futuro mejor a sus dos hijos de cinco y siete años. Y está orgullosa de haberlo logrado. "Gracias a este trabajo digno tengo mi hogar, mis hijos están estudiando y trabajando, son buenos muchachos y sirven a la sociedad".
Ingrid es una de los cerca de dos millones de trabajadores del hogar que hay en Estados Unidos, más de 90% de los cuales son mujeres, la mayoría negras, hispanas o asiáticas, según la NDWA, la principal organización nacional del sector.
Un estudio de 2012 mostró que casi un cuarto de las empleadas domésticas en Estados Unidos vivía en la pobreza; solo 12% tenía seguro médico provisto por el empleador y apenas 7% contaba con un plan de pensión.
Algunas vivían en la casa donde trabajaban, otras no. La mitad estaba empleada medio tiempo. Muchas eran inmigrantes, en particular de Latinoamérica, que además recibían las peores pagas.
"Los trabajadores domésticos son una de las fuerzas laborales de más rápido crecimiento. Sin embargo, las niñeras, las limpiadoras y los cuidadores domiciliarios han sido históricamente excluidos de las protecciones laborales básicas", asegura un informe de la NDWA, que impulsa una ley nacional para ampararlas.
- Hacer visible lo invisible -
Lydia Nakiberu lo sabe bien.
"La vida diaria de los trabajadores domésticos como yo es invisible para muchos", se lamenta esta inmigrante de Uganda que hace ocho años que cuida en Massachussets a adultos mayores "como si fueran mis propios padres ancianos"
Lydia cree que "Roma" le muestra al mundo su realidad y confía en que la película de Alfonso Cuarón se gane el "corazón y la mente" de los políticos.
Ya es hora de aprobar una ley que regule el sector, opinó Ai-jen Poo, directora ejecutiva de la NDWA, que la promueve junto a las demócratas Kamala Harris, senadora por California, y Pramila Jayapal, representante del estado de Washington.
Esta semana, las tres se reunieron en el Congreso con otros legisladores para crear conciencia sobre la necesidad de tener la primera Carta de Derechos para las Trabajadoras del Hogar.
Hasta ahora, sólo ocho estados del país adoptaron declaraciones así: Nueva York, Illinois, Oregón, California, Nevada, Connecticut, Massachusetts y Hawái. En julio pasado, la ciudad de Seattle aprobó una de las legislaciones más completas.
"Hay una gran necesidad de atención a las personas mayores a medida que la nación envejece y la gente vive más", señaló Poo, destacando que la falta de amparo y los bajísimos salarios empujan la fuerza laboral hacia otros rubros, como la comida rápida y las ventas minoristas.
- "Falta mucha educación" -
El trabajo doméstico es "el más vulnerable", dijo la activista. "Vemos casos de trata de personas, agresiones sexuales y acoso, todo tipo de abusos. Necesitamos un estándar de protección".
Poo fue invitada por Cuarón a los Globos de Oro, donde "Roma" se alzó con dos premios tras llevarse el León de Oro en Venecia, entre otros galardones.
"Cuarón realmente honra el trabajo de las empleadas domésticas", dijo sobre el director, que opta al Óscar tras plasmar en "Roma" su propia infancia.
Por eso, los productores de la película se aliaron con la NDWA "para usar la historia universal de Cleo para dar visibilidad, dignidad, poder y respeto" al sector, dijo a la AFP Nicole Starr, representante de Participant Media.
Starr contó que se han organizado proyecciones en todo el país. "Queremos que al menos 2.000 trabajadoras domésticas puedan ver la película. En México, a través de exhibiciones de nuestros socios, ya hemos llegado a 3 mil personas".
"Falta mucha educación sobre lo que es justo", dice Antonia Peña, una colombiana de 41 años que llegó a Estados Unidos como empleada de diplomáticos peruanos y se volvió activista para "defender la dignidad" de su trabajo.
"Si se aprobara una ley, lo sentiría como un éxito en lo personal".