Tashkent, Uzbekistán
Uzbekistán vota este domingo en sus primeras elecciones legislativas desde que el presidente emprendió reformas después de los años de aislamiento y de gobierno autoritario de su predecesor.
El presidente Shavkat Mirziyoyev está a la cabeza del país más poblado de Asia Central desde 2016, después de la muerte Islam Karimov, quien gobernó con mano dura durante casi tres décadas.
Mirziyoyev ha sido elogiado por eliminar muchos de los excesos autoritarios de Karimov, por liberar a presos políticos, por luchar contra el trabajo forzado y por abrir el país al turismo y a las inversiones extranjeras.
Sin embargo en esta exrepública soviética sigue habiendo pocas opciones de voto: los cinco partidos que compiten están representados en el parlamento saliente y no se permite participar a ningún opositor o independiente.
Lo novedoso es que el presidente ha incitado a estas formaciones a competir entre ellas.
Se trata del Partido Liberal Democrático, la principal formación progubernamental, el Partido Nacional para la Renovación Democrática, el Partido Democrático del Pueblo, el Partido Socialdemócrata y el Movimiento Ecológico de Uzbekistán. Se disputan 150 escaños en la cámara baja del parlamento.
Este país con población mayoritariamente musulmana, aunque muy secular, cuenta con 33 millones de habitantes, de los cuales 20 millones pueden votar. Los colegios electorales abrieron a las 8H00 locales (3H00 GMT) y cerrarán a las 15H00 GMT.
Ahora los ciudadanos se atreven a expresar sus expectativas, en un país con problemas de acceso a la electricidad o al gas debido a unas infraestructuras obsoletas. También les preocupa el coste de la vida.
"Todo es más caro, todo tiene que mejorar, las cosas tienen que normalizarse, se necesitan salarios normales (...) En la actualidad la gente solo piensa en tener para comer y en nada más" , explica a la AFP Sardor Annazarov, un agente inmobiliario de Tashkent de 45 años.
"Después de las elecciones, espero que las autoridades actúen con sabiduría, que hagan lo necesario para que Uzbekistán avance", dijo Emina Lutsenka, una jubilada de 70 años que también vive en la capital.
Expresar públicamente las opiniones era casi inconcebible bajo el mandato de Islam Karimov, cuyo régimen hizo reinar el miedo.
Shavkat Mirziyoyev llamó a los candidatos a hacer campaña, a reunirse con los votantes y criticó la pasividad de los diputados salientes.
Las oenegés alaban la política reformista de Mirziyoyev, quien fue primer ministro de Karimov, pero la consideran insuficiente.
Human Rights Watch ha constatado ciertos esfuerzos de "reforma, sobre todo para mejorar el balance en materia de derechos humanos" pero, en su opinión, "el sistema político sigue siendo ampliamente autoritario".
Los observadores electorales de la OSCE lamentan por su parte que el registro de nuevos partidos "siga siendo un procedimiento laborioso y arbitrario". El lunes harán un balance de los comicios.
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