Plaza Tapatía cumple cinco meses en pausa por la pandemia
Fotografía: Pablo Toledo




Guadalajara, Jalisco. 

La llamada Plaza Tapatía ha servido como escenario para bandas musicales, la Gala del Mariachi, manifestaciones y hasta como tribuna para festejos políticos. Cuando no hay evento masivo que la ocupe, sirve como un espacio de descaso, de paseo y recreó. Los fines de semana son su fuerte, pues es cuando las familias aprovechan para salir a tomar un agua, comer un helado y hasta darle de comer a las palomas que se avistan en el lugar.

Todas estas actividades tiene más de cinco meses en una larga "pausa" por la pandemia de COVID-19. Sea día laboral o de descanso la única figura erguido en la plaza es la del cura Miguel Hidalgo, que responsable a la causa, porta su cubrebocas como lo recomiendan las autoridades. Las fuentes del lugar sustituyen el ruido de los pasos y de los pequeños jugando, la única vida que se hace presente es la del personal de mantenimiento que riega y corta el pasto de las jardineras.

Como medida preventiva y a sabiendas que la plaza puede ser un espacio donde se aglomeren cantidades importantes de personas, las autoridades decidieron colocar rejas en toda la periferia del lugar. Cual escena del crimen que impide el pasó y permanencia de las personas, el gran letrero de la ciudad (Guadalajara) que sirve como fondo de fotos, se encuentra desairado, y hasta las palomas buscan otro punto donde las puedan alimentar.

La Plaza Tapatía no es la única que luce en esta condición, a la clausura de sumaron Plaza de Armas, la Rotonda de las y los Jaliscienses Ilustres, Plaza Guadalajara y los espacios que cuenten con algún fondo recreativo. Todo esto ha ocasionado que los comercios de los alrededores no tengan las mismas ganacias, inclusive algunos han bajado sus cortinas por la falta de ventas en la zona.

Turistas y paseantes locales esperan que termine pronto la pandemia ya que no solo han perdido estos espacios sino que extrañan el salir de casa, sentarse en una banca, aspirar el aire y poder convivir nuevamente con otras personas sin temor a un contagio.