Mi literatura es profundamente jalisciense: Juan Pablo Villalobos
Fotografía: Cristian Rodríguez




Guadalajara, Jalisco.

Después de seis días de correr de arriba abajo para cumplir con al menos dos eventos diarios que marca su agenda, en medio del bullicio del viernes en la Feria Internacional del Libro (FIL), el escritor jalisciense Juan Pablo Villalobos –premio Herralde de Novela 2016- se toma unos minutos para defender la cultura de las periferias, asociada a lo marginal.

“La cultura cosmopolita no sale de las grandes ciudades, sino del contacto entre los pueblos marginales y las grandes capitales”, reflexionó quien pasó su infancia y adolescencia en Lagos de Moreno, Jalisco.

Lagos de Moreno –colindante con Aguascalientes y Guanajuato- es el lugar donde se desarrolla su primera novela, “Si viviéramos en un lugar normal”, en los años ochenta: “un pueblo donde hay más vacas que personas y más curas que vacas”.

#44LAB entrevistó a Juan Pablo Villalobos sobre los tres libros que presenta en esta FIL 2018, los discursos de odio –que rechaza sin miramientos-, lo marginal y valioso que resulta escribir desde provincia, de su próxima novela y del libro que les recomienda a los jóvenes en la edad de la punzada.

¿De qué trata “Al estilo Jalisco” –editorial Pollo Blanco-?

“Es una novelita pequeñita, casi un cuento largo, que cuenta la historia de un mexicano que vive en Brasil durante muchos años y que es deportado, no sabemos por qué. La trama de la historia es encontrar el misterio, el enigma de qué ha sucedido en su vida y por qué lo han deportado de Brasil.

En el fondo, el tema es una exploración de la cultura brasileña y de la cultura mexicana. Un homenaje también al futbol brasileño y al Estadio Jalisco y a Guadalajara a través de la historia de este personaje”.

¿Qué elementos de Jalisco hay en su literatura?

“Mi literatura es profundamente jalisciense. Se mueve entre Lagos de Moreno, la ciudad en la que yo crecí hasta los 15 años y luego me vine a Guadalajara.

En todos mis libros hay algo de Lagos y de Guadalajara. Siempre aparecen. En mayor o menor medida, o como escenario de las cosas, o porque los personajes son de ahí. Pero siempre aparecen”.

Hace días compartió en Twitter un poema de su primo Román Villalobos a cerca de la marginalidad de escribir desde una región como los altos de Jalisco. ¿Escribir desde Jalisco o desde el interior de la república en México es marginal?

“Sí, pero también es cosmopolita.

Desde los centros del poder literario o cultural como la Ciudad de México, Buenos Aires, Lima, Londres, París, Nueva York, tiende a verse con cierto desdén la cultura producida en los pueblos, o la cultura producida en las partes marginales.

Yo reivindico una noción muy fundamental del cosmopolitismo: que sólo hay cosmopolitismo con lo que viene de fuera. El verdadero cosmopolitismo, la verdadera riqueza cultural se construye cuando todas esas voces, todas esas creaciones artísticas que vienen de la periferia, de los pueblos de la provincia, entran en contacto con las grandes capitales”.

¿Cómo se le ocurrió “Yo tuve un sueño” –editorial Anagrama-?

“Es un libro que surge de un proyecto de hace cuatro años, de escribir un reportaje en primera persona con las historias de dos adolescentes guatemaltecos y salvadoreños que vivían en Los Ángeles y que habían hecho el viaje de inmigración solos.

Son diez historias de estos niños de Centroamérica que han viajado a Estados Unidos, donde, en primera persona, cuentan los motivos de la inmigración y el viaje que hacen a través de México. Pero sobre todo es una historia íntima sobre los miedos, las ilusiones, las esperanzas, los sueños que tienen estos niños”.

Hace días vimos en la presentación de “Yo tuve un sueño” una situación inesperada –una mujer con comentarios xenófobos hacia la caravana de migrantes centroamericanos-. ¿De dónde vendrá ese sentimiento anti-migratorio en México?

“Del miedo.

No sólo en México, en cualquier país donde están surgiendo sentimientos xenofóbicos, –esos sentimientos- vienen de los prejuicios, pero principalmente del miedo. Es normal de una sociedad que se siente amenazada, en peligro, en riesgo. Además, con razón porque ha habido mucha violencia en México.

Estamos en una situación de mucha precariedad, mucha fragilidad, mucha vulnerabilidad.

Que haya una reacción que de pronto exija cerrar fronteras, mano dura, violencia, policía, ejército, señalar a los otros como criminales, como los culpables. Todos estos discursos del odio, hay que decir que son de odio, son el preludio al fascismo y son inaceptables.

Creo que lo que tenemos que preguntarnos como sociedad es cómo canalizar ese miedo para que no encuentre un terreno fértil en los discursos de ultra-derecha”.

¿Hay que cerrarles la puerta a estos discursos de odio?

“Sí. Yo soy muy radical con esto. Hay algunas personas que hablan en los medios, en los espacios públicos, que dicen que tenemos que ser plurales, dar voz a todos. Yo digo que voz a todos no.

Hay discursos que incluso son delito. No podemos respetar, entre comillas, la opinión de alguien que llegara a la televisión y se pusiera a defender el asesinato. Que dijera ‘lo mejor que tenemos que hacer es asesinar a los malos´. No. Hay un sistema de justicia que castiga a los malos con la cárcel, que además la cárcel tendría que ser un sistema de reinserción social.

No podemos aceptar discursos que están proponiendo la violencia, fomentando el odio entre nosotros. No hay lugar para esos discursos y deberíamos de ser tajantes y no dar espacio ni voz a las personas que tienen esos discursos, porque esos discursos crecen”.

¿De qué va “Un viaje cósmico al puerto ficción” –editorial Fondo de Cultura Económica-?

“Es un libro infantil pensado para niños de entre ocho y diez años. Es la historia de tres niños que viven en la calle, que han sido abandonados por sus padres como muchos en México y tienen una aventura en una ciudad ficticia que involucra a un extraterrestre.

Básicamente es una picaresca. Intento que sea divertida para los niños, pero al mismo tiempo habla de temas un tanto complejos como el abandono, el crecer, el entrar en la adolescencia, las preguntas existenciales de por qué existimos, cuál es el sentido de la vida. Todo esto a través de una aventura muy absurda”.

¿Qué lo motivó a escribir para niños?

“Algunas de mis novelas no fueron escritas para niños, como ‘Fiesta en la madriguera’ y ‘Si viviéramos en un lugar normal’, que han sido adoptadas en algunas escuelas para ser leídas por adolescentes, por jóvenes. A veces han venido niños a hablarme de ‘Fiesta en la Madriguera’.

Ya había un aspecto juvenil en mi literatura. Yo tengo dos niños de 12 y de nueve años, y me hacía mucha ilusión escribir para ellos un libro pensado en esa franja de la edad y tener esos lectores privilegiados que son mis hijos”.

¿Qué libros tiene en puerta?

“Estoy escribiendo ahora una novela que espero terminar el próximo año y publicar en 2020. Pero nunca hablo de lo que estoy escribiendo”.

¿Qué libros recomienda a los jóvenes en la edad de la punzada?

“Yo recomendaría que compraran ‘El guardián en el centeno’, de J. D. Salinger. Es un libro que yo descubrí ya siendo mayor. Tenía veinte tantos años y la sensación que tuve cuando lo leí fue que qué pena que nadie me lo hubiera dado cuando yo tenía 15 o 16 años. Creo que ese hubiera sido el momento perfecto para leer ese libro porque hubiera sido transformador en mi vida.

Es un libro que se comunica con los jóvenes, que habla con ellos de una manera muy desenfadada, muy directa. Muestra muy bien el universo adolescente y se plantea algunas de las preguntas más fundamentales de la existencia. Me parece un libro que, para los jóvenes en esas edades, puede ser transformador”.


Cristian Rodriguez